Arizona, fértil desierto para la biotecnología
Somos un Estado modelado por la falta de agua'. Así comienza Barry Broome, consejero delegado del Consejo Económico del Gran Fénix (GPEC), a describir la nueva Arizona. La antigua es la que se asocia con las películas de vaqueros y el polvo del desierto. La aridez está ahí, y por ello el Estado se esfuerza por diversificar una economía basada en la agricultura y el turismo, muy extensivos en el uso del preciado líquido. Y lo ha hecho abrazando lo que Peter Drucker llamó economía del conocimiento, es decir, potenciando el desarrollo de una industria de alta tecnología y, desde hace tres años, la de las ciencias de la vida: biotecnología y biomedicina. Esta apuesta por la investigación la hacen muchos Estados del país y, aun con mucha competencia, a Arizona, y en particular al Gran Valle de Fénix (que une ciudades como Fénix, Scottsdale y Tempe), la inversión y los científicos llegan.
Hoy, según las cifras del GPEC, existen 580 firmas que emplean a unas 10.000 personas en este sector. Adicionalmente, en la alta tecnología hay 2.400 empresas, entre ellas Intel, que está ampliando una planta a la que dedica una inversión de 3.000 millones y que se suma a otras dos anteriores que totalizaron 3.400 millones más. Google busca ubicación para un centro y emplear a 600 personas. A esto se añade una industria aeroespacial, nacida hace años, que convierte a esta zona en la única del mundo junto con Toulouse (Francia) en la que se puede montar un avión entero, desde el morro hasta la cola.
Actualmente el desempleo en Arizona está un punto por debajo de la media nacional. 'Aquí crece América', explica Broome, 'ya no somos el Viejo Oeste, somos lo que era California en los ochenta'. En los próximos diez años se espera una inversión pública de 300 millones de dólares en proyectos de construcción para biociencia y a mediados de mes los ciudadanos de Fénix votarán en referéndum la emisión de bonos por valor de 872 millones para sufragar nuevos proyectos.
'Ya no somos el Viejo Oeste, somos lo que era California en los años setenta'
Broome dice que este sector 'ha explotado en los últimos dos o tres años'. La razón que dan todos los empresarios relacionados con la región del Gran Fénix es que, además de la alta calidad de vida, hay una buena cantera de mano de obra que sale de la Universidad Pública de Arizona. Los investigadores enfatizan que hay una cultura de investigación más de cooperación que de competencia, algo valioso en su labor.
El desarrollo de la región se está beneficiando de la emigración de mano de obra muy cualificada procedente del Estado vecino que quiere emular. Los californianos llegan al Gran Fénix en busca de una vida menos cara que la de su prohibitivo Estado. Con todo, y pese a las dos zonas francas para exportadores, Arizona no está en la lista de primeras regiones con más iniciativa económica para desarrollar la biotecnología.
Jon McGarity, presidente de la Arizona BioIndustry Association, admite al Business Journal que ha habido pocos incentivos, pero dice que habrá más y recuerda que sólo llevan tres años fomentando un sector en el que ha habido un 'progreso tremendo'. Broome sentencia: 'Mantendremos los impuestos bajos. Gracias por venir'.
La universidad que mueve una región
Michael Crow tomó posesión de la presidencia de la Universidad Pública de Arizona (ASU) en julio de 2002. Desde entonces ha trabajado para crear un tipo de universidad que se involucre directamente en el desarrollo económico y social de la región y que se centre en la investigación. Y lo ha conseguido. A pesar del poco tiempo que ha estado en su puesto, es difícil hablar con un representante del mundo de los negocios o la Administración en Fénix que no reconozca su gestión al frente de la cuarta universidad más grande de EE UU.Uno de los vicepresidentes de ésta, Rob Melnick, explica por qué: 'El desarrollo de Arizona es enormemente dependiente de la ASU'. Por la calidad de la mano de obra y por la labor de investigación, Melnick, que es responsable de dar relevancia a la contribución de la iniversidad al desarrollo del Estado, asegura que el modelo de centro de estudios superiores que se impone ya no puede pasar sólo por impartir conocimiento. 'La ASU es un centro que tiene un modelo muy empresarial. No somos pasivos, sino que hacemos proactivamente lo que creemos que tenemos que hacer para jugar un papel en la sociedad'.Un ejemplo de ello es la creación del Biodesign Institute, una de las joyas de la corona de la ASU y que es la mayor inversión única de Arizona en una infraestructura de la investigación. Creado en 2003, se benefició de una iniciativa aprobada en referéndum para desviar parte del impuesto de ventas al desarrollo de la investigación. Ahora acaba de abrir un segundo edificio con el que ampliar el trabajo de las 489 personas que investigan en los campos del medio ambiente, seguridad, medicina del dolor, prevención y cura de las enfermedades.Uno de sus proyectos más ilusionantes es el desarrollo de vacunas vegetales para enfermedades del Tercer Mundo. En el instituto se han puesto en contacto con la fundación de Bill Gates para financiar su posible producción. El Biodesign es muy joven y el Princenton Review dice de él que es 'el nacimiento de una estrella de la investigación'.