España compra a China diez veces más de lo que le vende
China se convirtió el año pasado en el quinto proveedor español, superando a países como Portugal o Estados Unidos. Las limitadas exportaciones hacia el gigante asiático acentúan el desequilibrio.
El déficit comercial español tiene un claro beneficiario: China. La emergente potencia económica triplicó el año pasado su excedente comercial, y España se convirtió en uno de los principales paganos. El saldo negativo entre exportaciones e importaciones con China superó el año pasado los 10.000 millones de euros, y la relación entre las primeras y las segundas es prácticamente de uno a diez: la tasa de cobertura, cociente entre las ventas y las compras, apenas supera con China el 12%.
Más grave, si cabe, es la tendencia: aun partiendo de bases tan diferentes, las exportaciones españolas hacia China siguen creciendo a un ritmo menor que las importaciones (30% frente a 37%). El corolario de esta situación es que el país asiático es ya el segundo mayor causante del déficit comercial español, sólo por detrás de la todopoderosa máquina exportadora alemana.
La irrupción de China como potencia comercial está llevando a situaciones tan llamativas como la sucedida en enero, cuando otra tradicional potencia exportadora, Japón, registró su primer déficit comercial en cinco años. Ni que decir tiene que el saldo positivo de Pekín respecto a Europa y Estados Unidos no hace sino acrecentarse. Precisamente, estas dos potencias protagonizaron el año pasado el mayor episodio de resistencia al vendaval comercial chino. La finalización del sistema de cuotas a los productos textiles produjo una avalancha de ropa barata en los mercados occidentales y tanto la UE como EE UU amenazaron con aplicar cláusulas de salvaguarda temporales, permitidas en el acuerdo de ingreso de China en la Organización Mundial del Comercio (2002). Bruselas pactó con Pekín una subida escalonada de las importaciones de 11 categorías de productos, que se revisó a la vuelta del verano.
La batalla comercial de Bruselas y Pekín tiene en el calzado un nuevo capítulo
Ayer mismo, la Comisión solicitó que se elevase hasta el 26% el arancel al calzado chino, en lo que parece ser el punto de arranque de una nueva batalla. El comisario de comercio, Peter Mandelson, asegura que el calzado chino se beneficia de ayudas públicas que van desde vacaciones fiscales hasta financiación gratuita, lo que provoca dumping (venta por debajo de coste).
Al margen de las disputas sectoriales, lo que parece claro es que la importancia de China en el comercio mundial seguirá creciendo en los próximos años, dado que, con ayudas ilegales o sin ellas, sus precios son difíciles de batir en los mercados internacionales. Las vías de atenuación del impacto pasan por la especialización en sectores de alto valor añadido, de forma que las exportaciones hacia ese país puedan salir de su actual fase testimonial.
Respecto al comportamiento sectorial del comercio exterior de España, 2005 se saldó con un decepcionante resultado en el ámbito del automóvil, una baza tradicional de la economía española. Las exportaciones cayeron un 4,6% y el déficit por este capítulo rozó los 4.400 millones de euros. El mayor agujero provino de las subidas de precios del crudo y el gas, lo que llevó a que las importaciones energéticas creciesen un 38% y el déficit superase los 25.000 millones. La mejora de la inversión produjo un aumento de compras de bienes de equipo del 13%, y llevó el déficit sectorial a 22.840 millones de euros. Sólo la rúbrica de alimentación registra un mínimo superávit.
Casi 700 millones para promover el comercio y la inversión
El deterioro del comercio exterior de España, que alcanzó el año pasado un déficit de 77.000 millones de euros, no ha pasado desapercibido para el Ejecutivo. Al margen de las difusas medidas para contener la inflación, el gran proyecto en este área pasa por la diversificación de mercados: consciente de la excesiva dependencia de la zona euro (acoge casi el 60% de las exportaciones españolas), el Gobierno ha lanzado nueve Planes Integrales de Desarrollo de Mercados para mejorar la presencia española en otros tantos destinos prioritarios: India, Japón, Rusia, Estados Unidos, México, Marruecos, Argelia, Brasil y China.La incidencia que este último país tiene sobre el déficit comercial español ha llevado a que el Ministerio de Industria lo priorizase en términos presupuestarios: su titular, José Montilla, presentó en mayo pasado el Plan China, elaborado en colaboración con CEOE, que destinará 690 millones de euros a lo largo de tres años para fomentar las exportaciones y la inversión española en aquel país.La mayoría de los fondos se destinará a ayudas financieras a las empresas, aunque hay partidas específicas para estudios de viabilidad, promoción, formación e información. En un marco más amplio, tanto conceptual como geográfico, el Gobierno renovó hace un mes el llamado Plan Asia, para extenderlo hasta 2006. En su presentación, el presidente José Luis Rodríguez Zapatero resumió la situación de forma palmaria: 'La presencia de España en Asia es, siendo benevolentes, escasa'. Además de los planes de desarrollo de mercados de China, India y Japón, el plan genérico incluye la apertura de nuevas embajadas y centros del Instituto Cervantes. Los resultados económicos, en cualquier caso, no deben esperarse a corto plazo.