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Columna
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Mantener la calma

Esta enojosa operación de las opas sobre Endesa siempre ha recibido un trato en la discusión pública lamentable. Lo tuvo en su primer momento, cuando la oferta lanzada por Gas Natural se politizó al calor de la defensa de intereses supuestamente partidarios en los puestos de poder de la gran empresa eléctrica española -más próximos al PSOE o al PP, más cercanos al Gobierno español o al tripartito catalán- y se relacionó el origen catalán de la operación -Gas Natural es una empresa controlada por la Caixa de Pensiones- con las pretensiones de las fuerzas catalanistas en la reforma del Estatuto de Autonomía que por la misma época se aprobaba por el Parlamento de Cataluña con una redacción bastante poco afortunada que ha podido ser corregida después.

Ahora un nuevo estremecimiento político-patriótico acompaña a la contraopa que la empresa eléctrica mayor de Alemania, Eon, ha lanzado a los accionistas de la mayor empresa eléctrica española. De nuevo consideraciones estratégicas teñidas de responsabilidad patriótica, muchas de ellas inaplicables por impertinentes y otras poco dignas de confianza porque implican una contradicción con los principios que hasta hace poco se venían manteniendo en relación con la oferta inicial de Gas Natural por los mismos que ahora las manifiestan, son aparentemente el centro de la discusión y del debate de la nueva situación en la que el interés de unos y otros por Endesa nos ha introducido.

¿Es que la experiencia no enseña nada? ¿No hemos visto que ni procedimientos jurídicos escasamente fundamentados ni el intento de manipulación de instituciones como la Comisión Nacional de la Energía o el Tribunal de Defensa de la Competencia por una u otra fuerza política pueden prevalecer sobre las fuerzas de mercado cuando estas actúan dentro del marco de la legalidad que, por fortuna, en el contexto de la Unión Europea y en todos y cada uno de sus países miembros vela, sobre todo, por la protección de la competencia y el bienestar de los usuarios y por el derecho de los accionistas a obtener el máximo valor de sus acciones y no por las estrategias nacionales o transnacionales de concentración de poder económico?

La enojosa operación de las opas sobre Endesa siempre ha recibido un trato en la discusión pública lamentable

Después de meses de agrias discusiones, tras poner a prueba la credibilidad de agencias e instituciones en las que deberíamos confiar todos los ciudadanos y todos quienes no siéndolo hacen negocios y contribuyen a la creación de riqueza en nuestro país, ¿no es cierto que al final el éxito hasta hace 48 horas de la opa de Gas Natural una vez garantizados los derechos del usuario y las ventajas de la libre competencia no dependía sino de si el precio final convendría o no a un número suficiente de accionistas?

Y no se me entienda mal: si alguien ha tratado de desvirtuar la naturaleza de la operación, si alguien ha puesto en peligro la credibilidad de algunas de las instituciones no ha sido el Gobierno de la nación, porque hubiera dado el níhil óbstat inicial cuando la misma le fue comunicada, sino una oposición del Partido Popular tan irresponsable en esta materia como en otras de bastante mayor calado.

Sin embargo, al final lo que ayer, antes de conocer la nueva oferta de Eon para Endesa, quedaba como poso de toda esta discusión es que teniendo como teníamos la garantía de que las autoridades no podrían aprobar algo que fuera en contra de la competencia y los intereses de los usuarios, todo el debate público sólo había servido para lanzar una cortina de humo sobre la verdadera cuestión, que era si el plan estratégico de Gas Natural para Endesa y la oferta que hacía para comprar acciones constituían una alternativa mejor o no que la de continuidad del equipo actual con su correspondiente estrategia al precio que hubiera alcanzado en el mercado la acción de Endesa según las expectativas que se tuvieran sobre su sostenimiento.

Esto mismo es lo que sigue siendo lo más significativo a la hora de reflexionar sobre la nueva oferta presentada por Eon. No hay ninguna necesidad de que nadie precipite sus juicios y mucho menos de que exhiba sus prejuicios en relación con este tema. Tengamos calma y antes de seguir ofendiendo los oídos y el buen sentido de los ciudadanos, trabajadores, usuarios y accionistas de estas empresas con argumentos impertinentes recordemos al menos algunas cosas que son evidentes:

Primero, que la oferta de Eon no tiene por qué ser la última a la que asistamos sobre esta cuestión. No establezcamos condiciones a priori sobre ofertantes que hagan del resultado final una solución inasumible para quien las proponga. Gas Natural puede seguir en la batalla, sola o acompañada. Gas Natural puede cambiar la estrategia de alianzas sobre la marcha. Otros también pueden entrar en el juego. En todo caso, se acabaron los tiempos en que se podía diseñar una estrategia de juegos sin contar con la elección de los demás jugadores.

Segundo, Cataluña es España y Gas Natural es una empresa española y tan sólo a la presidenta de la Comunidad de Madrid se le ocurrió situar Barcelona fuera del perímetro nacional. Nunca fue algo relevante si Gas Natural llegara a comprar Endesa la residencia concreta de esa empresa.

Tercero, Alemania es parte sustancial de la Unión Europea, nuestro amigo y aliado digno de nuestra total confianza. Con él fabricamos y hemos fabricado en España automóviles y aviones, barcos de guerra, productos químicos, maquinaria y un sinnúmero de otros bienes y servicios, unos de carácter más estratégico que otros, pero todos importantes para nuestro bienestar y el de las empresas alemanas, el de sus trabajadores y el de sus accionistas, entre los que se encuentran ciudadanos y entidades españoles.

Cuarto, lo que puede resolver el mercado de manera natural sin forzar el interés o la voluntad de sus participantes debe ser tenido muy en cuenta antes de introducir una interdicción en nombre de otros objetivos cuya importancia y respaldo por los ciudadanos no ha sido contrastado nunca.

Quinto, no establezcamos criterios ad hoc para fundamentar una acción de gobierno en relación con este tema que luego pueden volverse en contra de nuestros intereses como pasó en otros casos. Sería muy deseable que este Gobierno no siguiera las pautas de arbitrariedad del Gobierno del PP que le precedió en estas materias.

En fin, demos tiempo al tiempo y no nos apresuremos al tomar posturas sobre algo donde la libertad de los actuantes y afectados, sujeta al imperio de la ley y subordinada al interés general tal como lo entiende nuestro ordenamiento jurídico, es lo que debiera prevalecer.

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