Por un empleo más productivo
Mientras la OCDE pontificaba sobre las bondades de un 'contrato indefinido cuya protección aumente con el tiempo' y que tenga escasas restricciones al despido en los primeros años de vigencia, decenas de miles de ciudadanos inundaban las calles de las principales ciudades francesas para mostrar su rechazo al Contrato de Primer Empleo (CPE). Esta modalidad de contrato, destinada a menores de 26 años en empresas con más de 20 asalariados, permitirá despedir al trabajador durante los dos primeros años sin tener que ofrecer ninguna justificación. Y el gabinete de Dominique de Villepin lo presenta como 'el proyecto más social jamás' elaborado para los jóvenes, porque será el que les permita acceder finalmente a un empleo.
En Francia, como en España, existe una brecha creciente entre las condiciones laborales del empleado fijo y el temporal. Las empresas recurren abusivamente al contrato temporal aduciendo que el despido de un empleado fijo resulta excesivamente caro. Con lo cual la misma protección del contrato indefinido termina convirtiéndose en el mayor incentivo para la precarización creciente del empleo.
La propuesta de la OCDE debería ser analizada con detenimiento no sólo en Francia, donde el problema del desempleo es alarmante, sino también en España, donde los agentes sociales llevan más de un año debatiendo la reforma laboral con escasos avances. La economía española cerró 2005 con un récord histórico en las contrataciones, pero la productividad permanece prácticamente estancada. Cualquier reforma debería poner coto a la creciente dualidad entre el empleo fijo/altamente remunerado/con elevada protección, y el contrato temporal/barato/precario.
Para ello no basta con que se abarate por decreto el despido de los indefinidos. Además es preciso que las empresas renuncien a la política de contrataciones precarias por sistema y apuesten por un empleo fijo, en formación permanente y capaz de dar un impulso decisivo a los índices de productividad.