Hacia una política común
La energía se ha convertido en una prioridad política internacional. Ha sido el objeto de sucesivas cumbres europeas, será el tema de la próxima reunión del G8 y el propio presidente de Estados Unidos, George Bush, ha centrado en ella su discurso sobre el estado de la Unión. ¿A qué se debe este creciente interés por las cuestiones energéticas?
Acontecimientos recientes han elevado los problemas del abastecimiento energético al ámbito de la opinión pública. Los elevados precios del petróleo, la crisis ruso-ucrania, o la inestabilidad Oriente Próximo han hecho saltar la energía a las primeras páginas de los periódicos.
Sin embargo, no se trata de un problema nuevo. La Comisión Europea ha advertido repetidamente de los peligros de nuestra dependencia energética. Actualmente importamos la mitad de nuestra energía y nuestra dependencia puede alcanzar el 70% en sólo 20 años. Europa no cumplirá en 2010 los objetivos sobre energías renovables (21% de la electricidad y 5,75% de los carburantes) y las emisiones de CO2 seguirán un 5% por encima de lo que Kioto exige. La volatilidad de los precios del petróleo y la disminución de nuestras reservas autóctonas de hidrocarburos coincide con la obsolescencia de numerosas centrales eléctricas, nucleares o de carbón, que deberán ser substituidas en los próximos años.
Esta situación ha puesto en peligro no sólo nuestra seguridad de aprovisionamiento a medio plazo, sino también otros objetivos de la agenda europea, incluidos los económicos y los medioambientales. El problema energético es global y los Estados miembros de la Unión se han dado cuenta, por primera vez, que es mejor abordarlos juntos en Europa que por separado a nivel nacional. El Parlamento Europeo, la industria e incluso los ciudadanos, según ha revelado una encuesta reciente, apoyan también este punto de vista. La Comisión, respondiendo a esta llamada global, presentará a finales de marzo un libro verde sobre la futura Política Europea de la Energía.
Paradójicamente, aunque la energía figura en dos de sus tres tratados fundacionales (CECA y Euratom), la UE carece hoy en día de una política energética común. Hasta ahora, la Unión sólo ha tomado acciones limitadas en este ámbito, como la creación de un mercado único para la electricidad y el gas, la promoción de las energías renovables o los objetivos en eficiencia energética. La nueva política perseguirá tres objetivos: la competitividad, la sostenibilidad y la seguridad del aprovisionamiento. Cada uno de ellos es tan importante como los demás y la consecución de cada uno depende estrechamente del éxito de los otros dos.
El libro verde considera la política energética tanto desde la óptica interior como desde la internacional. La cambiante situación geoestratégica hace más necesario que nunca que Europa hable con una sola voz en el ámbito energético mundial. En el ámbito interior, es esencial profundizar en el desarrollo del mercado único. Cómo dejó patente el informe que presenté recientemente, debemos avanzar mucho para la creación de un único mercado europeo que funcione correctamente. Será necesario tomar las medidas adecuadas, dentro de la actual legislación o con nuevas propuestas más adelante, para que las empresas y los ciudadanos puedan beneficiarse de la libertad de elección de sus proveedores.
Por lo que se refiere al mix energético, cada Estado miembro tiene su particular sensibilidad. Pero no podemos ignorar que la elección de un país afecta a los demás, por lo que será necesario un debate abierto y desapasionado sobre todas las fuentes de energía, incluida la energía nuclear. En lo que todos estamos de acuerdo es en la necesidad de promocionar las energías renovables y la eficiencia energética. Europa es líder en los dos ámbitos pero podemos hacer mucho más, no sólo en casa, sino exportando el enfoque europeo a otros países.
Otra prioridad del libro verde es la innovación. Debemos asegurarnos que las empresas europeas están en primera línea tecnológica y medioambiental. Finalmente, la futura Política Europea de la Energía quiere potenciar la solidaridad y la coordinación entre los socios europeos, en el desarrollo de proyectos transfronterizos, en la transparencia y la liquidez de los mercados o en la creación de reglas comunes.
La grandeza de Europa se manifiesta cuando los Estados miembros deciden ceder en favor del bien común. El euro, el espacio Schengen, el Mercado æscaron;nico y muchos otros logros europeos son fruto de ese 'ceder en beneficio de todos'. Con el libro verde de la Política Europea de la Energía, Europa tendrá en sus manos la posibilidad única para convertirse en una región más segura, más competitiva y más sostenible en el ámbito de la energía. No debemos dejarla pasar.