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CincoSentidos

Las heridas de guerra de Anderson

'El reporterismo de guerra produce heridas que es bueno dejar abiertas'. El periodista de The New Yorker Jon Lee Anderson no tiene pesadillas con los muertos que ha visto a lo largo de su carrera, a algunos de los cuales renunció a ayudar para salvar su propia vida o las de otros. Así lo recordó ayer en la inauguración del XX máster de periodismo Universidad Autónoma de Madrid-El País (editado por el Grupo Prisa, editor de Cinco Días).

Anderson (California, 1957) contó que en una visita a Sri Lanka con su hermano en la que iba a entrevistar a los líderes de una guerrilla local, éstos sospecharon que eran espías y los colocaron ante una mujer torturada 'a la que iban a matar', que les suplicó ayuda. El periodista tanteó la situación, pero cuando vio que iba a ser imposible salvarla, dejó de mirarla 'a los ojos' y de implorar por ella, y optó por salvar la vida de su hermano, y la suya propia.

'A veces te toca sentirte culpable, pero es parte de la vida, y es bueno saberlo de antemano para estar preparado mentalmente', recomendó Anderson a los alumnos recién titulados y a los nuevos, en presencia de Jesús de Polanco, presidente del Grupo Prisa, y de Joaquín Estefanía, director de la Escuela de Periodismo, quien destacó el trabajo del conferenciante en Irak (La caída de Bagdad, Anagrama, 2005), como corresponsal en diversos conflictos en Iberoamérica y como biógrafo del Che.

Anderson rememoró el miedo que sintió la primera vez que le dispararon, en Nicaragua. Estaba infiltrado en la guerrilla, y una emboscada enemiga le pilló cambiándose de pantalones. 'Oí un estruendo y no vi a nadie a mi alrededor'. Sus compañeros le gritaban que corriera, pero él 'estaba en shock' y sólo era capaz de decir que tenía 'que ponerse los calcetines'. Finalmente reaccionó y se refugió, pero esta vez tuvo que ser uno de sus colegas el que se pusiera en peligro para recuperar las botas y los calcetines de Anderson, antes de huir.

El rector de la UAM, Ángel Gabilondo, insistió en la idea de que 'cuando llegan las balas, casi siempre estamos preguntándonos donde están los calcetines', y valoró la labor del periodismo para acercarnos a la realidad de la guerra. 'El reportero es un testigo en el sentido de que ve lo que ocurre pero sobre todo en el de que cuenta lo que pasa; en el sentido deportivo de que se entrega'.

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