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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Más confianza en Alemania

El axioma de que la incertidumbre es el peor enemigo de la economía, en general, y de los mercados, en particular, se volvió a confirmar ayer. ¿A qué, si no a la normalización político-económica con Angela Merkel y la Gran Coalición, se debe la magnífica evolución de la confianza empresarial en Alemania? Una confianza que seguramente reforzará la puesta de largo de la canciller ante el mundo económico, que inauguró ayer el Foro de Davos con la apuesta de hacer de la UE la zona más dinámica del mundo en 2010, resucitando así la Agenda de Lisboa.

El IFO ya dio en diciembre señales muy positivas y alcanzó en enero los 102 puntos, su cota más alta en casi seis años y un nivel sólo superado tras la euforia inmediata a la reunificación alemana. Son buenas noticias para la mayor economía europea, cuyo impulso gana en intensidad, y tanto los mercados bursátiles como el euro las saludaron con alzas. Y parecen disipar las dudas sobre la duración del repunte. Porque mejoran sobre todo las expectativas a seis meses, igual que las exportaciones. El cuadro coincide con las previsiones del Gobierno y del FMI, que estiman para 2006 crecimientos del PIB alemán del 1,4% y 1,5%, respectivamente, mientras el sector privado mejora aún más el lánguido 0,9% de 2005. Claro que la última vez que el IFO alcanzó estas cotas Alemania crecía al 3,5%.

Pero, ante un dato tan positivo, conviene la cautela: es probable que no incluya el reciente repunte del petróleo, el optimismo crece en minoristas y manufactureros, pero cae en ventas al por mayor, y está por ver el despegue de la demanda interna que equilibraría un crecimiento alemán muy volcado en las exportaciones.

Si la recuperación alemana es una buena noticia para toda Europa, que repuntara también su demanda interna lo sería muy particularmente para España. Alemania y Francia -en esta última la confianza empresarial sigue estable- son los principales clientes de productos españoles. Un aumento de las ventas en esos mercados amortiguaría el preocupante déficit comercial y daría mejor pulso al sector exterior español.

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