La Bolsa y la claridad en los mercados
La transparencia de las informaciones que transmiten las compañías cotizadas hasta ahora admitía grados. La cuestión es saber cuándo se están dando señales o indicios que puedan tener incidencia en los precios o cotizaciones de las acciones o se apuntan hechos verdaderamente relevantes.
La nueva circular emitida por la CNMV es ciertamente oportuna. Porque si tenemos cada vez más compañías que cotizan en las Bolsas de Madrid y Nueva York es lógico que la información que transmitan a los inversores, analistas y al mercado se midan por el rasero más alto. Y es evidente que el regulador más exigente es la Securities Exchange Commision (SEC) de EE UU. Cuando empresas alemanas prepararon su desembarco en el mercado estadounidense uno de los principales escollos fue adaptar su contabilidad a las exigencias del regulador americano. No fue una cuestión fácil y llegó incluso a afectar a los resultados trimestrales anticipados que desde Fráncfort venían transmitiéndose a los inversores.
La nueva circular de la CNMV, del 22 de diciembre, está en plena sintonía con ese rasero más alto al que han de someterse las compañías que cotizan ya en Nueva York o piensan hacerlo pronto.
Por otra parte, nuestra Bolsa tiene, en forma creciente, volúmenes importantes de fondos extranjeros. Dan liquidez y profundidad a nuestros mercados, pero exigen también una mejor información. Hemos evolucionado desde un mercado en el que los pequeños inversores españoles tenían un peso decisivo, dejando de lado los bancos, hasta otro en el que han llegado, como lo hicieron antes en otros países, los grandes inversores institucionales extranjeros, de la UE o fuera de ella. Es el fenómeno de la creciente fuerza de los fondos institucionales. Fondos de pensiones, fondos de fondos, fondos de compañías de seguros, por no citar los hedge funds. Se caracterizan por su volumen y por su estilo. En la Bolsa de Londres, uno de esos grandes fondos de inversión de EE UU tomó por asalto el control del consejo de administración de una de las compañías de publicidad del Reino Unido, que cotiza en la Bolsa de Londres. El resultado fue espectacular. Fueron sustituidos los fundadores de la compañía -accionistas relevantes- y se renovó el consejo. El inversor institucional pedía mayor información, especialmente cuando se tratara de hechos relevantes, y que la compañía orientara sus objetivos hacia donde el fondo quería que lo hiciera. ¿La revuelta de los accionistas contra los consejos de administración? No, la toma de poder de los grandes inversores institucionales, que dominan porcentajes crecientes de los mercados, y su exigencia de mejor información y una transparencia absoluta de las compañías en las que invierte.
En su carta, la CNMV reconoce que las sociedades españolas cotizadas han hecho un esfuerzo elogiable para mantener informados a los analistas y los grandes inversores sobre la marcha y perspectivas de su negocio. Pero advierte que ese buen hacer debe hacerse compatible con la obligación que la Ley del Mercado de Valores les impone. No pueden difundir, de forma selectiva, información relevante. Han de tratar por igual a todos los inversores.
¿Se trata del elevado rasero por el que la SEC estadounidense mide toda la información de las compañías que cotizan en sus mercados? Si no lo fuera, cuando menos se le parece mucho. ¿Se ha dejado influir nuestra CNMV por la próxima Directiva sobre Transparencia de la UE? No cabe ninguna duda, pues habrá de ponerse en práctica lo más tarde el 17 de enero 2007.
En nuestras Bolsas no ha sido infrecuente -pero en ningún caso general- que se hayan difundido noticias que en realidad parecían dirigidas a influir, con sesgo positivo, las cotizaciones antes de alguna operación importante. Eso ya no podrá ocurrir, y bien venida sea la circular de la CNMV del 22 de diciembre. Porque se regulan de manera específica las reuniones informativas, los plazos para colocar en las páginas web lo que pretendían comunicar, aunque lo hubieran hecho por escrito, mediante vídeo conferencias o cualquier método. Se establecen también los plazos mínimos y, en cualquier lugar, se precisa cuándo ha de entenderse que se trata de hechos relevantes.
La transparencia no es una cuestión de grado, sino de naturaleza. Lo difícil es cómo medirla. Pero nunca será poca y cuanto más nítida sea más eficientes serán los mercados y se atraerán mayores volúmenes de liquidez de los inversores extranjeros.