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Secretos de despacho

La cueva refugio de Salazar-Simpson

Al presidente de la Real Fábrica de Cristales de La Granja le gusta trabajar aislado

Le gusta denominar al lugar en el que trabaja como 'la cueva'. Como en el manual Los hombres son de Marte, las mujeres son de Venus, en el que se alude a la afición de los hombres por encerrarse en un espacio pequeño y ensimismarse con sus asuntos. Así se siente Francisco Manuel Salazar-Simpson, nacido en Zaragoza hace 50 años, abogado, presidente de la Real Fábrica de Cristales de La Granja y vicepresidente primero de Faconauto. 'Digo que es una cueva porque aquí es donde me refugio y no tengo interrupciones propias de una fábrica o de otra institución'. Concentra todas sus actividades, a pesar de tener tres direcciones distintas, en un único despacho ubicado en el madrileño Paseo de la Castellana.

'Lo que he pretendido es diseñarlo a mi estilo particular', afirma este ejecutivo, que recuerdo su paso por la administración pública, como director general de Seguridad y director general de Infraestructuras y Material de la Seguridad. 'En el Ministerio Interior no tenía ni bolígrafo, allí era muy difícil encontrar mobiliario, todo era muy austero'. Ahora se siente a sus anchas, aunque siempre ha tenido los medios necesarios para poder desempeñar sus tareas. 'Lo que he buscado ha sido tener autonomía, sobre todo en mi etapa en la Administración. Necesito tener un fax privado, ordenador con comunicación independiente, ya que se requiere, sobre todo en algunos cargos, cierta confidencialidad'. En cada uno de sus tres despachos tiene un asistente que se encarga de coordinarse con el resto.

Salazar-Simpson no suele madrugar mucho. Acostumbra a comenzar su jornada laboral sobre las 9,30 de la mañana y suele prolongarla hasta la medianoche, debido a su trabajo de representación que le obliga a asistir a cenas de trabajo. 'Eso es lo que peor llevo y a medida que pasa el tiempo es mucho peor. Es muy cansado'. De conciliación entre la vida personal y profesional prefiere no hablar. Tiene tres hijos, 'en la maravillosa edad de la adolescencia' y reconoce que ahora tiene que hacer un esfuerzo para poder compaginar los horarios de la familia con los de sus ocupaciones.

Su despacho, no demasiado amplio, tiene vistas a los edificios de Nuevos Ministerios, que él define como un 'landscape maravilloso'. En la Real Fábrica de Cristales de la Granja (Segovia) ocupa un espacio de 300 metros cuadrados, pero para él es mucho más importante 'las vistas que los metros'. Y añade que el tamaño 'no es lo prioritario; es más importante todo lo que puedes observar y recrearte'.

En este sentido, Salazar-Simpson tiene cariño a todos aquellos objetos (diplomas, fotografías o esculturas) que le recuerdan vivencias personales, en reconocimiento de su paso por distintas actividades. 'Son los que te animan a continuar en el trabajo'. Y al lado de sus recuerdos, reflexiona y se concentra. 'Los hombres solemos encerrarnos en el despacho y refugiarnos allí; en cambio, las mujeres salen, hablan y se comunican de forma distinta', explica, a la vez que aclara que las nuevas tecnologías favorecen ese aislamiento.

Su trayectoria profesional ha discurrido en diversos sectores. Ocupó el puesto de director general de Naviera del Pilar, el de vicepresidente de Cedipsa, filial de estaciones de servicio de Cepsa; ha sido presidente de los concesionarios de automóviles Simpson y director general de la Cámara de Comercio de Madrid. Por esa diversidad se define mitad ejecutivo, mitad abogado. De hecho tiene un bufete que ha montado con varios directivos de la Cámara. Asegura que no se ve como líder, 'aunque no hace falta verse para serlo', comenta con cierta socarronería. A Salazar-Simpson no le duelen prendas en reconocer la valía de los jóvenes profesionales que están llegando a las empresas: 'hay gente que está haciendo cosas increíbles'. Y explica que, en este sentido, el panorama empresarial ha cambiado, 'se está más formado y se tienen las cosas más claras en todos los ámbitos que, por ejemplo, hace ocho años'. Identifica su generación con la de 'los hombres hechos a sí mismos, que se han autoformado; ahora todo es más profesional'.

Colección de pipas para el recuerdo

Ya no fuma, pero a pesar de ello sigue guardando en su despacho una colección de pipas, como homenaje a aquellos tiempos en los que le gustaba echar alguna calada. No es lo único que guarda de su pasado. También el primer dibujo con el que le retrató por vez primera un medio de comunicación, precisamente Cinco Días. Y un retrato de su abuelo y de su padre, 'para estar siempre bajo la atenta mirada de mis antecesores', o una acción de una empresa de sus padres, 'la tengo de recuerdo porque se fue al garete'. También hay un testimonio gráfico de su toma de posesión en el Ministerio del Interior, de su visita al anterior Papa, o la orla de cuando se licenció en Derecho en la promoción 1974-1979.Salazar-Simpson impregna su discurso de cierta ironía. Ahora tiene un dilema en la Real Fábrica de Cristales, un sector el del vidrio muy reivindicativo, según cuenta, para aplicar la prohibición de fumar entre los empleados. 'Todos son profesionales muy cualificados, de oficios en los que escasea el personal, y la mayoría fuma, pero yo no me atrevo a decirles que no lo hagan, aunque la ley es la ley'. Y reconoce que no le gusta imponer nada, que es una persona más bien de consenso. 'Ahora es todo más participativo, y es una manera de motivar a la gente para que se comprometa con su trabajo'.

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