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Tribuna
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Autónomos: cuatro años de cambios

La progresiva externalización de los servicios en las empresas y la mayor capacidad de emprender de los jóvenes y de las mujeres aumentan la importancia del trabajo autónomo en España. El autor, sin embargo, sostiene que se debe aumentar su nivel de competitividad

Hace escasos años muy pocas personas reconocían o recordaban que el trabajo autónomo era una de las principales asignaturas pendientes de la acción política española. Sólo algún tiempo después se puede afirmar que todo lo que concierne a los trabajadores autónomos o independientes está muy presente en la agenda de las principales formaciones políticas, que ha cambiado la sensibilidad y la atención de los agentes sociales hacia este sector sociolaboral y que los diversos Gobiernos, tanto autonómicos como de la Administración central, han tomado medidas y decisiones que afectan en positivo a este colectivo y mantienen en sus planes de trabajo nuevas decisiones pendientes.

La estrategia por el pleno empleo en Europa reconoce al autoempleo individual como uno de los sistemas más eficaces para la expansión y el mantenimiento del trabajo. El Plan Nacional de Reforma Económica de España, aunque tímidamente, también coincide en resaltar la eficacia del sistema de trabajo por cuenta propia. Por primera vez, los analistas y los gobernantes diferencian las políticas de promoción dirigidas a las pymes de las que deben corresponder a la iniciativa individual. La dimensión ha pasado a ser un factor básico a tener en cuenta en las políticas de fomento empresarial.

Por primera vez, los analistas y los gobernantes diferencian las políticas de promoción dirigidas a las pymes de las que deben corresponder a la iniciativa individual

El trabajo autónomo español está menos solo y recibe la adulación de buena parte de los observadores económicos y sociales. Estamos incluso a las puertas del establecimiento de un Estatuto del Trabajo Autónomo. Objetivo necesario, pero olvidado durante años, y que pronto puede ser una fantástica realidad.

¿Qué ha pasado en este tiempo? En primer lugar detectamos que algunas condiciones objetivas han evolucionado. Hace una década el número de trabajadores por cuenta propia decrecía en España, ante la expansión de un nuevo concepto de estructura empresarial; fenómeno que acompañaba al menor peso de la actividad agraria y del comercio minorista y familiar. Sin embargo, esta tendencia ha cambiado. La progresiva externalización de los servicios en las empresas y la mayor capacidad de emprender de los jóvenes y de las mujeres, son algunos de los factores que hacen que hoy el crecimiento neto del trabajo autónomo sea proporcionalmente mayor que el del trabajo asalariado.

Desde hace cuatro años aumenta su número en el sistema de la Seguridad Social con 100.000 nuevos activos anuales, y con un crecimiento medio del 3,80%. De nuevo se ha llegado a la cifra de tres millones de afiliados al régimen especial de la Seguridad Social. æpermil;sta es también una de las causas de la mejora del superávit financiero del régimen, que prevé en el año 2005 un beneficio de 1.550 millones de euros, siendo el que más participa proporcionalmente en la acumulación del fondo de reserva.

Por esta razón, los diversos Gobiernos han tomado conciencia de la necesidad de adoptar medidas para mejorar las condiciones de vida y trabajo de este colectivo laboral y empresarial. Hoy podemos recordar la importancia que tuvo la exención del pago del impuesto de actividades económicas, el reconocimiento voluntario de las prestaciones por accidente laboral y enfermedad profesional, o el establecimiento de derechos para acceder a la formación profesional continua. La creación por el actual Gobierno de una dirección general con competencias directas en esta materia ha sido también un paso de gran trascendencia.

Junto a estos elementos no podemos olvidar las causas subjetivas, como es la de la creación de una arquitectura asociativa propia. En particular la creación de la Unión de Profesionales y Trabajadores Autónomos (UPTA), en noviembre de 2001, y su vinculación solidaria con la Unión General de Trabajadores, fue un hito de especial importancia, sin el cual es difícil explicar muchos de los hechos acontecidos. Y ahora es momento de reflexionar sobre los hechos recientes, pero en particular de estudiar los nuevos caminos y retos que afronta el trabajo autónomo español.

Las personas físicas que ejercen una actividad económica por cuenta propia, es decir aquellas que son el ámbito de aplicación del futuro Estatuto, y según datos aproximativos de la Agencia Tributaria, facturan anualmente algo más de 220.000 millones de euros. Aunque ésta es una cifra extraordinariamente importante en términos absolutos, sin embargo, y si tenemos en cuenta que las personas físicas en nuestro país representan algo más del 75% del total de las empresas, deducimos que la mayor parte de la facturación y de la creación de valor añadido bruto (VAB) corresponde en exclusiva a las empresas de gran y media dimensión. La media de producción de nuestro trabajo autónomo y de la microempresa española es muy reducida. æpermil;sta es, sin duda, la causa principal de nuestro bajo nivel de competitividad en los mercados internacionales.

Estos años han servido para mejorar la protección social del colectivo de los empresarios individuales, para dignificar su trabajo y su esfuerzo en el seno de la sociedad española. Ahora será el momento de afrontar la mejora de su capacidad competitiva. Para ello tendremos que seguir pidiendo esfuerzos a nuestros autónomos, pero sobre todo deberemos exigir una política activa de la Administración mucho más eficaz y solidaria. Ya no basta con apoyar sin condiciones a la gran empresa. No es suficiente con poner todo el esfuerzo en la presencia de los grandes grupos energéticos y financieros. La verdadera empresa española es la microempresa de los autónomos y sus familias.

UPTA va a seguir promocionando el nuevo valor del trabajo autónomo y del emprendimiento. Propondrá la superación de la falta de dimensión empresarial a través del asociacionismo económico. Fomentará políticas activas eficaces basadas en la mejora del acceso a la financiación. La adaptación a las nuevas tecnologías. La mejora de los sistemas de cualificación y de reciclaje. En resumen, una política integrada desde las Administraciones y participada por parte de las asociaciones.

A todos ya nos toca bajar a los niveles de la microeconomía para modernizar nuestra estructura empresarial. El país de la Unión Europea que tiene una empresa media de menor dimensión no puede olvidar el trabajo autónomo si desea realmente modernizar su estructura económica.

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