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A fondo

El asalto empresarial de la Mutua Madrileña

En nada se parece la Mutua Madrileña de 2006 a la entidad sin ánimo de lucro a cuya presidencia accedió José María Ramírez Pomatta en 2002. La renovación de su actividad ha pasado por la diversificación del negocio, la expansión territorial y el asalto a compañías cotizadas de primera línea como Santander, ACS, Repsol o Inmobiliaria Colonial. La Mutua está revolucionando el sector asegurador y se ha aventurado en caminos hasta ahora no explorados por estas entidades, caracterizadas por políticas mucho más tradicionales. El fuelle para la transformación, además de en el empeño de Ramírez Pomatta, hay que buscarlo en el capital que la entidad ha atesorado en los últimos años. La Mutua Madrileña lleva años liderando el ranking de solvencia de las aseguradoras y su agresiva política inversora no ha dañado los márgenes con los que cuenta.

En los últimos cuatro años, los fondos propios de la compañía han crecido un 156%, una tasa que ha llevado a reforzar el balance hasta los 1.945 millones de euros. Junto a esta cifra, e incluido el capital con el que hacer frente a sus compromisos con los asegurados, el total de inversiones asciende a 4.894 millones de euros, un 14% más que hace un año. La mayor parte está invertido siguiendo criterios conservadores: 1.794 millones de euros en renta fija y casi 1.593 millones en cartera inmobiliaria. Esta última partida se ha ido incrementándose considerablemente en apuestas como la construcción de la Torre de Cristal en Madrid o los nuevos edificios para la expansión territorial. De hecho, la adquisición del 10% de Inmobiliaria Colonial se asumió, en parte, con la cesión de dos edificios que cubrían en torno al 50% del valor de la compra.

Pero el cambio esencial en la estrategia de inversiones ha supuesto duplicar la cartera de renta variable, que a precios de mercado asciende actualmente a unos 1.211 millones de euros, después de elevar al 2% su participación en ACS pocos días antes de despedir 2005. Pomatta ha señalado en diversas ocasiones que la inversión responde a una diversificación de la cartera de la Mutua con la intención de estar presente en los sectores con mayor potencial de revalorización. Banca, construcción e inmobiliario, servicios (a través de Autoclub Repsol) y energía, de forma indirecta a través de la participación de ACS en Unión Fenosa, colman las principales aspiraciones de la Mutua. Las compras no se dan por cerradas y, al menos, se reinvertirán los dividendos obtenidos en estos valores.

A estas operaciones hay que sumarle otras necesarias para el giro que está dando Pomatta al negocio asegurador, hasta hace un año centrado exclusivamente en el ramo de automóviles. La adquisición por 350 millones de Aresa, la aseguradora catalana de salud, es la punta del iceberg para la apuesta por este ramo. El proyecto es mucho más amplio y supone la construcción de una ciudad sanitaria en la capital, que será presentada en junio y requerirá una inversión cercana a los 500 millones de euros.

Pomatta ha elegido para la diversificación un momento complejo en los seguros de autos. La agresividad comercial en precios y publicidad de aseguradoras tradicionales y por internet están recortando significativa y peligrosamente los márgenes. Los precios están cayendo en torno a un 7% en el sector y por ahora no se aprecian síntomas de que la batalla se de por concluida, sino todo lo contrario. El negocio tradicional de la Mutua, sin embargo, multiplica casi por cinco el ritmo del conjunto del sector, sin que se espere una ralentización para cerrar el año.

Con el número de operaciones financieras asumidas, la solidez de las cuentas de la aseguradora la mantiene en el primer puesto del sector. El margen de solvencia de la entidad madrileña se estima para 2005 en los 2.778 millones de euros, lo que supone superar con creces las exigencias de la Dirección General de Seguros (DGS) para que los clientes tengan garantizada la cobertura de sus pólizas.

El sector mide el excedente sobre el margen de solvencia exigido por el regulador, una cifra que en 2004 se situó en el 258% para el conjunto de la aseguradoras. Mutua Madrileña ha liderado desde hace tiempo este ranking y la previsión para el ejercicio confirma su posición. La entidad estima que la tasa del margen de solvencia sobre la cuantía mínima se situará en el 1.711%, 31 puntos porcentuales por encima de la cifra del año pasado. Esta ratio se aleja de la de otras entidades en el sector. Mapfre Mutualidad, donde se aglutina el negocio de automóviles del Sistema Mapfre, se situó en 2004 en el 646%, mientras que el último porcentaje disponible de Allianz fue del 185% para el ramo de no vida. El tercer grupo asegurador en España, la italiana Generali, mantuvo una tasa comparable en el ramo de no vida del 304%.

Los recelos por la rápida transformación, sin embargo, no han tardado en llegar. Por una parte, se ha levantado la alerta en el sector por el papel que la Mutua pretende jugar en un ramo tan sensible como la salud. Y por otro, se especula con el liderazgo empresarial al que aspira la entidad. De esta forma se abre el debate sobre las peculiaridades de una mutua, que no posee accionistas y no tiene que repartir dividendos. El modelo impide el veredicto del mercado y evita que la entidad se exponga al riesgo de adquisiciones. El debate sobre la idoneidad de la estructura jurídica de las cajas de ahorros se traslada en seguros a las organizaciones de mutualistas. æpermil;stos, que son los verdaderos propietarios de la entidad, adquieren la condición por el mero hecho de asegurarse, pero normalmente ejercen poco o casi ningún control sobre la compañía.

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