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Tribuna
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Arabia Saudí, el socio recién llegado

Hoy comienza en Hong Kong la sexta Conferencia Ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC). Pero unas semanas antes de la reunión se producía un anuncio relevante. Tras más de una década desde su inicio, concluían con éxito las negociaciones para la admisión de Arabia Saudí como miembro número 149 de la OMC.

En el imaginario colectivo, Arabia Saudí es un país rico. En realidad, está lejos de serlo. Lo fue, pero desde la década de los setenta su producto per cápita ha caído en aproximadamente dos terceras partes. Cosas de la tasa de natalidad y de la caída de los precios de petróleo. A pesar del glamour de los veranos marbellíes, un vistazo a las estadísticas aleja la imagen de Arabia Saudí como país de las mil y una noches. Sus 12.000 dólares anuales de producto per cápita lo situarían por detrás de Uruguay, y vendrían a ser la mitad del de España. La tasa de mortalidad infantil multiplica por tres la de los países avanzados. Además, Arabia Saudí sufre un nivel de desempleo que The Economist estima alrededor del 30%, muy por encima del 10% oficial. Todo ello a pesar de ser el mayor exportador de petróleo del mundo, nueve millones de barriles diarios, y contar bajo su superficie con el 25% de las reservas descubiertas.

Pero no todo son malas noticias. En los últimos años, los gobernantes del país parecen haber caído en la cuenta de lo problemático de la dependencia del petróleo, y han emprendido un programa de privatizaciones, diversificación y modernización de la economía. Como consecuencia, los inversores saudíes han visto crecer el valor de sus carteras en el mercado doméstico en un 520% desde 1999. Un dato revelador teniendo en cuenta que Aramco, la empresa estatal del petróleo, no cotiza en Bolsa. Pero el boom no se limita al del parqué. Arabia Saudí ha venido creciendo desde 1998 a una tasa anual cercana al 5%. A diferencia de periodos de expansión anteriores, en esta ocasión el crecimiento viene alimentado por los sectores no petróleo, y con un escasa participación de compañía internacionales.

A pesar de que el petróleo supone, todavía, el 90% de las exportaciones del país, las autoridades saudíes han acometido un agresivo programa de diversificación; han comprometido 30.000 millones de dólares hasta 2010 para convertir al país en el líder mundial en petroquímica. Entienden que esa industria es resistente a los periódicos vaivenes del petróleo y tiene la capacidad de atraer a otras industrias. Arabia Saudí parece decidida a ir más allá del petróleo y en ese deseo se enmarcan las negociaciones, concluidas felizmente, para convertirse en miembro de la OMC.

La admisión del país en la OMC ofrecía, a priori, algunos paralelismos con la de China, sustanciada en 2000.

En el caso de China, las cuestiones relacionadas con los derechos humanos jugaron un papel importante en las negociaciones. Todo parecía indicar que las circunstancias podrían ser similares para Arabia Saudí. Sin embargo, no ha sido el caso y, aunque largo, el acceso saudí parece haber estado exento de sobresaltos.

Sin embargo, el acceso saudí también ha provocado críticas. Entre las más duras, la de Jeffrey E. Garten en las páginas de Newsweek. Criticaba la falta de agresividad de los negociadores en asuntos como la actual prohibición saudí a la inversión extranjera en el sector petrolero del país. Lamentaba también que las negociaciones no hubieran ayudado a solucionar, entre otros, la falta de transparencia saudí con respecto a sus reservas de petróleo, uno de los secretos mejor guardados del mundo.

Sin embargo, y aunque Arabia Saudí no se ajusta a lo que entendemos por una democracia liberal, el acceso a la OMC puede dar aire a los grupos reformistas dentro del país, y servir para integrar al país en mayor medida en la economía mundial y en la comunidad de naciones, dificultando la tarea de aquellos que, dentro del país, desean un aislamiento total del resto del mundo. Además, Arabia Saudí ha anunciado que constituirá una comisión de derechos humanos y confirmó que mantendrá relaciones con todos los estados miembros de la OMC. Esto, de facto, podría suponer el final del boicot de Arabia Saudí a Israel. Una buena noticia en una parte del mundo que anda necesitada de ellas.

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