Sin descanso en Lo Monaco
Miguel Ángel Llano trabaja en un espacio funcional y con una agenda de vértigo
En una empresa que se dedica al descanso y al relax como Lo Monaco encontramos a un consejero delegado, Miguel Ángel Llano, mexicano de 38 años, aparentemente tranquilo y pausado. Sin embargo, su tren de vida no es el de una persona relajada. Vive entre Granada, donde están ubicadas las oficinas de esta compañía, y Sevilla, donde reside su familia. También imparte algunos fines de semana clases en el campus del IESE en Barcelona, donde ejerce como docente.
Llano está vinculado a Lo Monaco desde 1999, aunque ejerce como primer ejecutivo desde hace apenas un año. Desde entonces su papel, según explica, se ha centrado en 'compartir la visión de los fundadores se refiere al italiano Livio Lo Monaco y a la granadina Beatriz Muñoz, con un sistema de venta particular aplicado al mundo del descanso y llevarlo a otros países y a otros productos'. Y esto pasa por hacer partícipe de estos objetivos a todo el equipo de profesionales que trabajan en el grupo. 'Tenemos un modelo de negocio rupturista, sin intermediarios. Nos metemos en la casa del cliente y hacemos una venta personalizada, con muchas ventajas para el cliente, que adquiere un producto de calidad a un buen precio'. De hecho, el grupo Lo Monaco vende 120.000 colchones y finalizará 2005 con una facturación de 100 millones de euros y una plantilla de 180 empleados y 550 asesores distribuidos por distintas áreas geográficas. El secreto del éxito de esta compañía, a punto de cumplir su décimo aniversario, explica Llano, no es otro que la calidad de la gama de productos y el trato personalizado en la venta. Define su labor como de visagra entre el equipo, del que asegura sentirse orgulloso. 'Son todos jóvenes, en torno a los 35 años, y comprometidos con el proyecto de la empresa, con una visión pujante, rentable y creciente. Y una sola idea en la cabeza, ofrecer calidad al alcance del cliente'.
El lugar de trabajo de Miguel Ángel Llano es un espacio funcional, donde no hay cabida para ningún exceso ni lujo adicional. Se nota que sólo se ocupa de trabajar y que ahora está volcado en diversificación de canales y de productos, así como de la internacionalización de la compañía.
No le preocupa en absoluto trabajar para una empresa familiar. Está tranquilo, aunque es consciente de que es difícil sobrevivir a los fundadores, eso es fácil cuando se tiene claro el objetivo y en Lo Monaco parece que éste está claro. Además el tándem de los fundadores se complementa. 'Livio se ajusta a un perfil más comercial, mientras que Beatriz es un perfil humanista. No quieren dar el pelotazo con al empresa, sino que quieren que crezca y que permanezca en el tiempo'.
Llano no pasa mucho tiempo dentro de su despacho. Le gusta estar en contacto con las personas que trabajan al otro lado de la habitación que él ocupa. 'Para mí el trabajo es fácil si puedo compartir ideas, si tienes objetivos comunes que llevar a cabo con el resto del equipo', señala este ejecutivo, que explica que su principal labor es coordinar la orquesta. También le gusta salir a la calle, conocer a los comerciales y a los proveedores. Es más, asegura que podría trabajar sin pisar la oficina. De todas formas pasa la mayor parte del tiempo viajando. Porque, además, las grandes decisiones explica que las toma siempre consensuadas en dos órganos, el consejo de administración y en el comité de dirección. 'Me gusta que todo sea por acuerdo'.
Confiesa con cierto rubor que trabaja demasiadas horas, alrededor de 14 al día. 'Se trata de un negocio en el que cierras cuando te entra el último reporte de una venta o de una solicitud de venta de un colchón. Nunca desconectas porque siempre estás pendiente y haces un seguimiento diario del cliente'. Tiene claro que las ventas hay que atarlas antes de irse a casa. No se dejan para mañana.
Morriña por la tierra de sus padres
Es hijo de emigrantes. Su padre nació en Ribadesella (Asturias) y su madre es de Cantabria. A pesar de que nació en México, siente el lugar de nacimiento de su progenitores como propio. 'Siento morriña'. De hecho tiene una fotografía en su despacho del pueblo de su padre, un lugar al que le gusta volver. Explica además que es una especie de homenaje a sus padres, Miguel Ángel y María Antonia, a los que admira porque 'como emigrantes me enseñaron a trabajar y a querer la tierra que ellos dejaron'.También guarda con cariño un cuadro con el dibujo de unas bolsas de un seminario que impartió junto a otro de los profesores del IESE, y también consejero de Lo Monaco, José Luis Nueno.En un discreto lugar tiene una fotografía de su esposa y de su hija, 'las de los niños la llevo en la cartera', se excusa. Tampoco es muy aficionado a tener objetos personales en el lugar de trabajo.