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Tribuna
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El modelo artesanal y las empresas

Los sistemas organizativos lineales y parcelados de las empresas pasan factura al estado de ánimo de los trabajadores. El autor considera que se deben fijar roles bien conectados y definidos, que permitan a cada empleado conocer su aportación al conjunto

Hace poco leía en un rotativo catalán : 'Casi 600 artesanos sobreviven en Cataluña'. No quiero entrar en el contenido del artículo, no es el caso en este momento, pero el trasfondo venía a decir que es una lástima que trabajos tan creativos, tan gratificantes, en los que el sentimiento de utilidad se desarrolla constantemente, casi estén en extinción. En efecto, el artesano es un trabajador que empieza su tarea desde el hecho de pensar la idea que va a realizar, hasta el mercado donde la va a colocar, pasando por la variedad de todas las partes del proceso intermedias. Esta variedad de funciones implica una riqueza de pensamiento y de creatividad casi completa, lo cual hace que el trabajo se viva como algo rico y mentalmente enriquecedor, puesto que todo depende de la persona que lo realiza. El artículo traslucía un fondo de pesimismo, en el sentido de que ya es casi imposible divertirse en el trabajo.

'Ganarás el pan con el sudor de tu frente', dice la Biblia. Los artesanos, sin embargo, aunque a veces sudan, disfrutan con su trabajo.

Hemos dividido tanto el trabajo que es imposible tener una visión global del producto de nuestro sudor, por lo que el trabajo se vuelve rutinario

Creo que todavía no hemos superado a Taylor. Hemos dividido tanto el trabajo (cosa que no hace el artesano), que es imposible tener una visión global del producto de nuestro sudor, por lo que el trabajo se convierte en algo pesado, difícil de digerir y rutinario. Lo lúdico está lejos del día a día laboral. Incluso en ocasiones se percibe como algo anómalo, e incluso negativo el que alguien disfrute con el trabajo que realiza. Particularmente estoy en una posición privilegiada. Sinceramente me gusta lo que hago, y en numerosas ocasiones lo he verbalizado con clientes. Bastantes de ellos lo han comprendido y se han alegrado, pero otros me han mirado con cierta ironía y con una carga de recriminación ostensible. Parece que está mal visto pasarlo bien en el trabajo.

Es verdad que existen ciertos trabajos todavía duros y en ocasiones también demasiado rutinarios. Afortunadamente cada vez más la mecanización nos libera de ellos. Sin embargo la mayoría están exentos de esfuerzos físicos difícilmente tolerables.

¿Dónde está pues el problema?

Hacemos grandes esfuerzos en reducir la dureza física en el trabajo. Sin embargo nuestros sistemas organizativos siguen siendo lineales, parciales y siguen estando divididos. He visto muchas empresas que están poniendo en marcha la organización por procesos, sin embargo están montando procesos independientes unos de otros, por lo que incluso la organización por procesos, en ocasiones, sigue siendo tayloriana. Nos olvidamos de las conexiones, por lo que el conflicto sigue latente de forma constante.

Los sistemas organizativos deben avanzar hacia la consecución de dos grandes objetivos, para que todo lo atractivo del artesanado siga incorporándose en los sistemas organizativos actuales:

Debemos organizarnos por roles bien definidos. El rol está compuesto por un conjunto armónico de actividades conectadas que, si se definen desde el criterio de aportación de valor, dan sentido a lo que uno hace, por lo que los aspectos lúdicos, de creatividad y de visión de conjunto de la aportación de valor son posibles. Todo ello, igual que en el artesano, hace que el sentimiento de utilidad renazca y como consecuencia la motivación se incrementa.

Tanto los roles como los procesos deben estar conectados, puesto que el valor no es parcial, sino global. La Empresa gana o pierde como una sola entidad. Lo que cuenta es el resultado final.

Taylor dividió demasiado el trabajo. Si a ello le añadimos la tendencia de todos nosotros al individualismo, nos encontramos con la mayoría de organizaciones actuales, donde la visión de conjunto sigue siendo escasa.

Los líderes que me he encontrado en el ejercicio de mi profesión, que tienen mayor éxito, son aquellos que han sido capaces de cohesionar a un conjunto de personas alrededor de un proyecto común bien definido, con roles claramente definidos y conectados, donde la idea del equipo prevalece sobre los intereses individuales

La nueva organización social está todavía en sus inicios. Hemos avanzado poco desde Minsberg. Estamos pensando demasiado en el control desde el poder, y demasiado poco en la aportación de valor desde el rol de cada uno. Gastamos demasiadas energías, esfuerzos y dinero en tareas no productivas. Me acuerdo de una red comercial con la que estuve trabajando, en la que para controlar a 120 vendedores el director comercial tenía 27 jefes de área.

No nos fiamos de que alguien pueda ser responsable de sus actos. El empowerment sigue estando demasiado lejos en numerosas organizaciones. Seguimos pensando en el 'ganarás el pan con el sudor de tu frente', y como esto es duro, necesitamos más y más control. Entiendo al articulista cuando dice 'sólo sobreviven 600 artesanos en la provincia de Barcelona...' ¡Qué lastima tener que trabajar!

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