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CincoSentidos

La procaz transgresión de Araki en Londres

El Barbican de Londres presenta hasta el próximo 22 de enero un apabullante repaso de más de 40 años de actividad de Nabuyoshi Araki, el célebre fotógrafo japonés que transgrede tanto la moral oriental como la occidental. Self.Life.Death (Ego.Vida.Muerte) es el título de una muestra en la que el sexo triunfa como concepto imprescindible para sobrellevar el breve tránsito entre la nada relativa y la nada absoluta que es para un budista como Nabuyoshi Araki la existencia.

'¿Te habían dicho que era tan procaz?', susurra una visitante a su compañero en medio de una sala cubierta por instantáneas de entrepiernas. Araki las tomó en 1997 con una Polaroid para esquivar la prohibición japonesa de retratar el vello púbico.

El folleto de la exposición, acorde con el equilibrio británico entre modernidad y puritanismo, advierte que se trata de obras para adultos y recomienda no visitarla en compañía de niños por lo evidente de las imágenes.

El objetivo de la cámara del japonés desvela los genitales no sólo de sus modelos humanos sino también de flores (el recuerdo de Mappelthorpe resulta inevitable), frutas, condimentos y hasta edificios.

Pero las más de 4.000 imágenes reproducidas en la exposición permiten también conocer un Araki tremendamente enamorado de Yoko, su esposa fallecida en 1990, y con un sentido del humor y del pudor sorprendente, cuando no desconcertante.

La sobrecogedora sala que desnuda su relación con Yoko combina momentos de ternura con instantáneas de su enfermedad, muerte e incineración.

La única obra de la exposición que no es una fotografía, 'Araki ahorcado después de la muerte de su mujer', deja al estupefacto visitante con una sonrisa agridulce: el autorretrato del fotógrafo está hecho sobre la tabla de cortar el pan de Yoko, colgado por el cinto de uno de sus kimonos. La pelusa de la cabeza pertenece al propio Araki. A su pubis, claro.

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