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Tribuna
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Si el viento sopla fuerte...

El otoño es época de huracanes. Lo ha sido siempre y su violencia, a pesar de efectos como El Niño, se puede considerar cíclica en el tiempo. Las catástrofes son inherentes a la Naturaleza. Llevamos semanas inundados de noticias dramáticas alrededor de esta temporada en que Katrina, Rita, Ophelia o Wilma, entre otros, han asolado territorios y dejado a su paso miles de muertos, cientos de miles de afectados, pérdidas económicas millonarias.

Parece casi impensable que ahora que existe una tecnología capaz de adivinar a cada uno de estos monstruos de la naturaleza desde antes de su nacimiento, vislumbrar su trayectoria, seguir sus pasos, medir su fortaleza presente y futura, calibrar sus efectos devastadores, el ser humano no haya sido capaz de paliar de una forma más eficaz toda la debacle que son capaces de provocar.

Hemos asistido en directo al bochornoso espectáculo de ver a la primera potencia mundial incapaz de manejar el caos creado por Katrina en Nueva Orleáns y, a día de hoy, en 2005, ya no es posible recurrir a teorías como las de la Providencia o el Karma para conformarse con tan patéticos resultados.

Existe la forma de prevenir y evitar que vuelvan a ocurrir cosas semejantes. Existe la forma de que ningún tsunami vuelva a arrasar un país porque existe la tecnología necesaria. El otoño de 2004 también fue época de huracanes. Hubo uno similar en ferocidad a los que nos están devastando ahora, de nombre Charley, que sirvió a una cadena de gran distribución, Wal-Mart, para acumular información sobre el comportamiento de sus clientes en estos casos.

Wal-Mart cuenta con una extensísima base de datos de sus clientes, similar a la que pueden manejar muchas empresas, instituciones u organismos públicos, sólo que, en su caso, está bien cuidada y bien trabajada. El huracán Charley puso de manifiesto que, más allá de los productos cuya demanda puede ser previsible cuando la población conoce la cercanía de un huracán, como linternas, pilas, herramientas o alimentos de primera necesidad, el consumo de cerveza aumentaba de forma drástica en las zonas afectadas. Así que, cuando meses después llegó el ciclón Frances, las estanterías de cerveza de las tiendas de zonas sensibles duplicaron sus existencias cerveceras consiguiendo un gran aumento de ventas y con cero problemas de stock.

Ni que decir tiene que la estrategia de marketing de Wal-Mart es una de las más exitosas en su sector. La exhaustiva información con que cuenta sobre sus clientes (productos consumidos, tarjetas de crédito, formas de pago) le sirve para actuar tanto en el front-office, colocando sus productos de forma estratégica en sus establecimientos o diseñando la política de ofertas, como en el back-office, con una de las más eficientes gestiones de stock que se conocen. También mantiene una de las políticas de fidelización más ambiciosas que existen.

Está claro que las compañías no existen si no ganan dinero. Es una lección básica de cualquier máster en dirección de empresas. Y una necesidad que hace agudizar el ingenio de cualquier empresario. Pero si la tecnología sirve para aumentar las ventas y conseguir más negocio y más eficacia en su gestión, debería también servir para que vivamos mejor. La Administración está para que los ciudadanos vivan mejor, para gestionar sus impuestos, para ofrecer servicios básicos. Y la forma de medir su eficacia, en vez de en forma de beneficios, debe realizarse en forma de bienestar de esos ciudadanos.

No se puede decir que en Estados Unidos falten cultura, productos o servicios tecnológicos. Lo que ocurre es que se están utilizando con otros fines. El grado de precisión con que la Administración Bush está empeñada en controlar a su población requiere de elevadas inversiones y una sofisticadísima tecnología. Lo que ha puesto de manifiesto el desastre de Nueva Orleáns y la gestión de esta temporada de huracanes que pasará a la historia como una de las más crueles de nuestro tiempo, es que de poco les ha valido a muchos ciudadanos que les estén ofreciendo la construcción del mayor entramado de seguridad del mundo. ¿Seguridad? Ningún indeseable se colará en el aeropuerto de mi ciudad, pero si el viento sopla fuerte...

Una iniciativa privada ha demostrado que se pueden predecir los comportamientos humanos en muchas situaciones, por ejemplo, como consumidores. También se pueden predecir los desastres naturales y eso significa empezar a controlarlos. Reitero: la tecnología existe, sólo basta querer y hacerlo.

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