Otra vuelta de tuerca al fraude

Hacienda reconoce que en momentos de bonanza económica, el cumplimiento voluntario de las obligaciones fiscales de los contribuyentes crece, tal como demuestran las cifras de recaudación, con avances muy superiores al producto nominal (referente básico de creación de riqueza). Pero en los nueve primeros meses del año Hacienda recaudó, además, más de 3.000 millones de euros en la lucha contra el fraude, un 9,5% más que en el año anterior. Ello demuestra que también en esos momento de euforia económica se precisa el látigo del recaudador.

Además, la efervescencia económica experimentada por España en los últimos años, con una excesiva concentración de liquidez en las actividades inmobiliarias, eleva las posibilidades de elusión tributaria. Por ello, los gestores de la Hacienda pública ponen cada vez más el acento allí donde se mueve la actividad, donde circula el dinero, el blanco y el menos blanco, y tratan de caminar tan deprisa como los potenciales defraudadores.

La reforma que la Agencia Tributaria prepara de la Oficina Nacional de Investigación recoge la intención de convertirla una especie de departamento de inteligencia fiscal, un servicio secreto de los intereses financieros públicos encargado de descubrir, vigilar y controlar en tiempo real las nuevas tendencias del fraude. Los máximos responsables de Hacienda tienen muy claro que si el contribuyente aficionado a ocultar rentas y el defraudador patológico sienten que el inspector le pisa los talones, cambia notablemente su actitud tributaria. Eso ha ocurrido ya con determinados colectivos entre los que el fraude era muy elevado.

Este modelo de gestión tributaria, impecable intelectualmente, debe ser combinado con el estímulo permanente al pago voluntario de los impuestos, y a la consolidación, ya iniciada, de una Agencia Tributaria concebida como servicio al ciudadano.