El cambio en la ley de quiebras personales pesará en el resultado de la banca de EE UU
En los 10 días previos al 18 de octubre se admitieron a trámite más de medio millón de peticiones de suspensión de pagos personales. Semejante volumen respondía al interés de los ciudadanos de evitar la aplicación de una ley más gravosa y que está en vigor desde ese día. Las entidades de crédito que durante años han abogado por el endurecimiento de la legislación en materia de suspensión de pagos, se van a encontrar con que en el cuarto trimestre sus deseos les van a pasar una importante factura.
La semana pasada, JPMorgan dijo que espera registrar en el último trimestre unos créditos impagados de 2.300 millones de dólares, 700 millones más que en el anterior trimestre y 200 millones más de lo estimado hace un mes por el director de operaciones James Dimon.
Bank of America espera una carga de entre 400 y 500 millones debido a estas masivas suspensiones de pagos y Citigroup calcula que los resultados netos pueden verse afectados negativamente en 500 millones de dólares por este mismo concepto. Capital One, el quinto emisor de tarjetas de crédito ya vio como en el tercer trimestre la prisa para evitar la nueva ley se saldó con una rebaja de resultados de 75 millones.
La mayor parte de los analistas creen que el deslucimiento de las cuentas por el efecto de la transición a la nueva ley se verá compensado con la dureza de la nueva en el futuro.