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Tribuna
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La despedida del maestro

Tras más de 18 años como presidente del Consejo de Gobernadores de la Reserva Federal (Fed) y del Comité Abierto del Mercado de EE UU, Alan Greenspan se jubilara el próximo 31 de enero. Greenspan ha sido el principal responsable de la política monetaria de EE UU y ha jugado un papel clave en la fijación de los tipos de interés y en el control de la inflación. Durante el curso de su mandato, la economía norteamericana ha crecido regularmente, con la excepción de dos suaves recesiones, el desempleo ha alcanzado niveles históricamente bajos y la inflación se ha mantenido bajo control.

Con Greenspan, la gestión de la política monetaria ha evolucionado y se ha caracterizado por un examen minucioso de los números y estadísticas para llevar a cabo análisis y predicciones. Al mismo tiempo no ha dejado que posicionamientos doctrinarios y reglas marcasen sus decisiones, sino que ha preferido que fuesen los eventos los que influyesen en el curso de sus decisiones, lo que ha llevado a observadores a compararlo con Keynes por su habilidad en confiar en su propio juicio. Quizás uno de sus rasgos más importantes ha sido su capacidad innata de dejar de lado la ortodoxia financiera tradicional de la Reserva Federal cuando la evidencia empírica, su lectura detallada de datos arcanos y su instinto le llevaban a tomar decisiones heterodoxas.

Un ejemplo significativo fue su decisión de mantener los tipos de interés bajos durante la segunda mitad de los noventa, pese al crecimiento robusto de la economía y los bajos niveles de desempleo (alrededor del 5%). Su convencimiento sobre los efectos de la globalización (fundamentalmente la intensificación de la competencia), que hace más difícil subir los precios a las compañías, y los de la implementación de las nuevas tecnologías, que han permitido aumentar la productividad de los trabajadores, le llevaron a concluir que la economía estadounidense podía crecer a niveles más rápidos sin presiones inflacionistas.

Un importante rasgo de Greenspan es dejar de lado la ortodoxia cuando su instinto le lleva a ser heterodoxo

Al mismo tiempo Greenspan ha sido afortunado por los cambios que se han producido durante su mandato en la economía de EE UU y a nivel global, que han facilitado en gran medida su labor. æpermil;l mismo ha reconocido públicamente el papel clave de su predecesor, Paul Volcker, que con su decisión de endurecer la política monetaria en octubre de 1979 fue el artífice principal de la derrota de la espiral inflacionista de fines de los setenta y principios de los ochenta.

Además, los procesos de desregularización de diversos sectores económicos durante el mandato del presidente Reagan (como las telecomunicaciones y la energía) introdujeron una mayor competencia y dinamismo en estos sectores, lo cual facilitó la bajada de precios y presiono a la baja la inflación.

El surgimiento de la competencia procedente de los países emergentes y la intensificación de la globalización y de los procesos de liberalización a nivel global intensificaron la competencia y facilitaron procesos de deslocalización que han permitido reducir precios y mantener la inflación baja. También ha sido beneficiado por los bajos precios de petróleo entre 1987 y 2000. Por último, la introducción de nuevas tecnologías (como internet) y técnicas de gestión, así como la mecanización de procesos productivos han permitido aumentar la productividad de los trabajadores de EE UU, y también ha otorgado más poder a los consumidores que tienen más información a su alcance a la hora de hacer compras.

Las decisiones de Greenspan permiten extraer lecciones que pueden (y deberían) guiar las acciones de su sucesor y la de otros bancos centrales, en particular el Banco Central Europeo. Por un lado, su pragmatismo y capacidad de adaptarse a circunstancias cambiantes con el fin último de combinar el máximo crecimiento económico con niveles bajos de inflación. Por otro, su rechazo a fijar objetivos explícitos de inflación que pueden actuar como camisa de fuerza y no permitir que se tomen decisiones que, pese a que pueden considerarse heterodoxas, sirvan para prevenir daños mayores (por ejemplo, su decisión de mantener una política monetaria expansiva en el verano de 2003 pese a los riesgos inflacionistas, con el fin evitar el riesgo de deflación). Por último, su resistencia a intervenir preventivamente para desinflar burbujas (ya que no lo considera como una función de los bancos centrales), y su preferencia en actuar cuando se produce una depreciación en el valor de los activos.

En el momento de su partida hay incertidumbres en la economía estadounidense y global que harán difícil la labor de su sucesor, el reputado Ben Bernanke. Los riesgos de la burbuja inmobiliaria en EE UU y los déficit gemelos presentaran importantes retos que el nuevo gobernador tendrá que sortear. El largo mandato de Greenspan muestra que la inteligencia y la preparación no están reñidas con la suerte. El mundo ha sido afortunado de contar con él. Hay que desear que Bernanke tenga la misma suerte y sea capaz de hacer frente a los retos que Greenspan deja atrás.

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