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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Lo que quiere VW para Seat

El grupo Volkswagen, líder europeo del automóvil y propietario de Seat desde 1986, recalcó hace meses que, para subsistir, la compañía española debe crecer en ventas y en productividad. A la vez que desmentía supuestos planes para venderla, Volkswagen lanzaba el mensaje de que Seat no interesa como marca nacional y debe expandirse. Estas señales, a finales del verano, formaban parte del inicio de una complicada negociación para reducir costes -y empleos- en la planta de Martorell, que se sustanció esta misma semana en un expediente de regulación de empleo (ERE) que afecta a 1.346 trabajadores, el 10% de la plantilla. El plan fue respondido por los trabajadores el jueves con una jornada de huelga y una manifestación multitudinaria que colapsó el centro de Barcelona. Después de esto, la empresa ha aceptado entregar el próximo martes una serie de datos a los sindicatos para examinar el expediente laboral. Los sindicatos consideran esto todo un éxito.

Es bueno que las negociaciones avancen, y deseable que impere la sensatez. Pero sería un grave error ignorar que la empresa se enfrenta con un problema estructural. Al margen del desenlace del conflicto, Seat cuenta con una capacidad de producción instalada cifrada en 516.000 automóviles, el máximo que produjo en 2000. Esa cantidad se ha convertido en referente, pero la realidad muestra que cada año se ha reducido hasta las 390.000 unidades previstas para 2005, un año que se prevé récord en el sector. El problema estriba en que la producción de la planta debe estar en torno a 430.000 unidades para no perder dinero, y la duda es por qué la empresa no ha afrontado el problema antes. En 2003 ya existía un excedente reconocido también por los sindicatos de 1.300 empleados, que al final se diluyó con las medidas de flexibilidad adoptadas en el convenio. Pero ni así se ha podido absorber la continuada caída de la carga de trabajo.

Aunque existe la posibilidad de trasladar a Martorell modelos de otras factorías y la estrategia del grupo está escasamente definida, todo indica que Volkswagen pretende aumentar la producción de sus plantas alemanas en detrimento de otros países. Ese es el problema industrial. Pero existe otro, quizás más grave. Seat es la única empresa del sector en España integrada, es decir, que cuenta con estrategia propia en toda la escala de producción, desde los componentes -en coordinación con Volkswagen- hasta la venta en el concesionario. Esto, que podría ser una ventaja, se ha convertido en lastre al no contar con el apoyo del consorcio alemán para vender modelos en concesionarios de Audi, la marca del grupo a la que está adscrita Seat.

Los sindicatos también han hecho el juego a la empresa, al no reconocer hasta ahora el conocido problema del excedente de personal. Y, lo que es más grave, han planteado un plan alternativo inviable, a sabiendas que la empresa no lo aceptaría. Incluso han planteado el despropósito de que el capital público vuelva a Seat.

La salida está en que cada uno haga su trabajo: los trabajadores, aceptando unas cuotas de flexibilidad laboral imprescindibles en el sector y la Generalitat -responsable de aprobar o no el ERE-, manejando criterios técnicos en su actuación. Pero también la empresa, clarificando sus planes a largo plazo.

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