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Javier Candela

'No concibo el éxito sin trabajar'

Si echa la vista atrás, una de sus mayores satisfacciones la está viviendo en estos momentos, con 300 trabajadores en plantilla. Dejó de ser empleado para ser empresario y no desperdiciar todo lo aprendido a lo largo de su carrera.

Es emprendedor y adicto al trabajo. Javier Candela, madrileño, de 40 años, asegura que no conoce otra fórmula para el éxito que no sea la plena dedicación. Es licenciado en Económicas, Derecho y tiene un máster en Dirección de Empresas. En 2001, junto con cuatro directivos de Tryp, tras la venta de esta última a Sol Meliá, creó High Tech Hoteles, cadena que cuenta en la actualidad con 28 establecimientos y tiene previsto cerrar el año con una facturación 25 millones de euros, cantidad que espera doblar en 2006.

El equipo directivo de High Tech proviene de la cadena hotelera Tryp, ¿por qué deciden montar su propia compañía

Fundamentalmente porque todo lo que sabíamos valía mucho y se podía aprovechar. Eso era bastante mejor que desperdigarnos por otros sectores. Los directivos de Tryp empezamos a ver, cuando el proceso de reestructuración de la compañía, que aquello tenía su final, y cinco ejecutivos optamos por que aquel talento no se desperdiciara.

'Los 'arturitos' los profesionales de Arthur Andersen nacían y se hacían allí. Aprendí a tener una cultura de trabajo fuerte'

'Hay que ser exigente, porque los inicios de cualquier empresa son duros y excitantes. Estamos ofreciendo una carrera a nuestros profesionales '

¿Qué aprendió en esta compañía?

Yo procedía de Arthur Andersen, donde he desarrollado prácticamente toda mi carrera profesional, y en los cinco años que estuve en Tryp aprendí el concepto del día a día.

¿Cómo se compagina el cargo de presidente con el de director financiero?

Forma parte de la estrategia y debido a mi trayectoria profesional anterior vimos que se podía compatibilizar perfectamente. No gestionamos la compañía con una única cabeza. Tomamos las decisiones colegiadamente entre el equipo directivo. No tenemos un estilo presidencialista, sino que somos una sociedad totalmente profesionalizada.

¿Qué cualidades vieron sus compañeros para confiarle la presidencia?

Creo que se debió a que, cuando fundamos la empresa, de toda la parte jurídica me encargué yo. No ejerzo labores de presidente, aunque alguien tiene que serlo. Todo lo decidimos colegiadamente. Es un modelo atípico, pero muy profesional. Detrás de toda sociedad hotelera suele haber un apellido, pero en nuestro caso no hay nada de eso y definimos la sociedad como una organización profesional, sin hijos de por medio.

¿Tiene algo en contra de las empresas familiares?

No, en absoluto. No se puede hablar mal de las empresas familiares porque tienen un mérito increíble, pero es muy complicado que los hijos lleven la empresa cuando todavía está en activo el fundador. Las empresas familiares son muy complicadas de gestionar en el día a día.

La escuela de Arthur Andersen también le habrá influido.

r. Los arturitos, que así se nos conocía, nacían y se hacían allí. Lo que aprendes es a tener una cultura de trabajo muy fuerte. Me hace gracia cuando se habla de calidad de vida en estos momentos. Allí nos decían desde el primer día que todos somos iguales, pero la única forma de ganar a la competencia es entrar a trabajar antes y salir después que el resto. Creo que es necesario trabajar. Yo empiezo mi jornada a las 7.30 de la mañana y la finalizo a las 21.30. No concibo el éxito sin trabajar.

¿Y cómo concilia su vida personal con la laboral?

Es complicado, pero a mí me encanta decir que todo lo que he conseguido es a base de trabajo. Cuando trabajas tanto, la familia sufre. Tengo tres niños, el mayor de ocho años, y sufre con los deberes del colegio, pero yo no conozco otra fórmula que trabajar desde temprano hasta tarde.

¿Con el personal de la compañía es tan estricto?

No, pero, por ejemplo, el puesto de director de hotel tiene que ser vocacional, porque un hotel está abierto los 365 días y las 24 horas al día. En esta empresa nos gusta que la gente se entregue. El éxito consiste en tener una estrategia y pelear y pelear. Estoy contento de cómo responde la gente, porque en cualquier trabajo hay que darlo todo. Hay que ser exigente porque los inicios de cualquier empresa son duros y excitantes. Estamos ofreciendo una carrera a nuestros profesionales y los estamos involucrando en nuestra filosofía de empresa. Es algo de lo que estamos orgullosos. La media de edad es de 30 años y estamos satisfechos del nivel de implicación que están teniendo.

'Hay que aprovechar a la gente emprendedora'

La expansión de la cadena está siendo muy fuerte, ¿tienen previsto seguir creciendo al mismo ritmo? Vamos rápido, pero no nos queda otro remedio. Cuando te metes en fondos de inversión tienes que hacer un plan de negocio de expansión rápida. Nuestro crecimiento lo hemos situado en abrir siete u ocho hoteles de media al año, pero no es una fórmula exacta, porque unas veces te sale mejor y otras peor. Nuestro trabajo es un negocio artesanal, porque tenemos que negociar con propietarios de inmuebles y, a veces, no es fácil. Hay contratos con propietarios que he tardado en cerrar dos años. Cuando creamos la compañía sabíamos que no podíamos competir con las grandes cadenas hoteleras. Vimos que había un nicho de mercado y decidimos aprovecharlo. El objetivo es llegar a 2008 con 40 hoteles en Madrid, Barcelona, Sevilla y Málaga.

Una vez cumplido ese objetivo, ¿cuál será el siguiente?Tendremos que pegar otro salto estratégico y entonces veremos qué hacer. Será el momento de parar, respirar hondo y ver cuál es el siguiente paso. Se trata de ver entonces si hay todavía nichos de mercado.¿Hay espacio para tantas cadenas hoteleras como están surgiendo en estos momentos?El mercado es maduro, pero las grandes compañías siempre dejan un sitio a los pequeños. Y no hay que descartar que en los próximos años vivamos concentraciones de empresas del sector.¿Qué ha aprendido usted de esta faceta emprendedora?Muchas cosas. En primer lugar, pasas de trabajar en una empresa con 70 hoteles, que facturaba 60.000 millones de las antiguas pesetas, con cerca de 5.000 millones de beneficios, a tener que explicarle a los bancos tu idea de negocio. He aprendido que no se puede echar nada por tierra, a tratar de darle más de una vuelta a las cosas y aprovechar todas las ideas. Cuando hay una persona emprendedora, hay que aprovecharla. Me gustaría lanzar un mensaje a la gente con iniciativa, que quiera montar su negocio, y decirles que es complicado pero que se puede. Sólo hace falta trabajo, ganas, creer en el proyecto y ver si es viable.

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