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Tribuna
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El relevo

El título parece de una película, ¿verdad? Pero lo cierto es que, tras el anuncio del presidente Bush al proponer a Ben Bernanke como posible sucesor de Alan Greenspan en la presidencia de la Reserva Federal (Fed), han proliferado los artículos sobre el tema. Unos cuantos días más tarde, poco puede atraer el interés de un nuevo artículo salvo que su título sea sugestivo. Una vez que atraiga la atención del lector, el reto es mantenerla.

Entre los artículos a los que me refería anteriormente proliferan aquellos que exaltan la figura del todavía presidente de la Fed. ¡Hasta qué punto en algunos casos! Pero también los hay negativos, los menos. Especialmente en los últimos días. Y es que en 18 años de mandato como máxima autoridad monetaria en Estados Unidos, qué digo, casi a nivel mundial, se han producido aciertos y, claramente, también situaciones criticables.

Pero, como ocurre en las despedidas, siempre preferimos recordar los buenos momentos. Greenspan nos deja el recuerdo de un presidente práctico e innovador. Experimentado, obviamente con el paso del tiempo, tras tener que sufrir situaciones de lo más dispares. Tuvo que aprender rápido cuando fue nombrado en un escenario de debilidad del sistema financiero norteamericano e inestabilidad en los mercados financieros. Unos mercados mucho más cerrados y estrechos que en la actualidad.

Me viene a la memoria una de sus últimas argumentaciones ante sus críticos sobre la rotundidad de sus decisiones sobre los tipos de interés: 'En un mundo cada vez más global y flexible, la política monetaria también debe serlo'. Sí, pero combinando esta flexibilidad con transparencia. La Fed ahora es mucho más predecible, compartiendo de esta forma la información de que dispone con unos mercados ávidos de información. Es tal la credibilidad de la Fed, de su presidente, que hasta el mismo Greenspan ha reconocido que tal confianza puede aumentar los riesgos a futuro. Un 'exceso de confianza' de los mercados al asumir riesgos también excesivos ante la certeza de que las autoridades monetarias están en lo cierto al anticipar un contexto económico de fuerte crecimiento y control de la inflación. O creer que si se producen desviaciones de este escenario, ya estará allí la Fed para minimizar sus potenciales consecuencias negativas.

Hace unos meses pude leer un comentario de un importante economista norteamericano sobre el relevo de Greenspan. Venía a decir que, fuera quién fuera su sustituto, lo primero que debería hacer es ponerse 'los manguitos'. Sí, eran tantos los retos a los que se enfrentaría en el futuro que lo mejor era ponerse a trabajar rápidamente y de forma decidida. ¿De qué retos hablaba? Creo que podemos hacer algunas hipótesis:

l El exceso de gasto de los agentes económicos norteamericanos. De las familias, cuando la tasa (convencional) de ahorro no ha hecho otra cosa que bajar en los últimos años. Pero, ¿y su ahorro a través de la revalorización de los activos financieros y de la vivienda? Aunque también está la preocupación hacia las cuentas del sector público, una inquietud mayor ante los escasos ajustes previstos a medio y largo plazo

l La formación de excesos (¿burbujas?) en la valoración de activos. Y es que si la preocupación hacia la inflación de bienes y servicios es menor, crece la inquietud hacia la continua alza de los precios de los activos. La Fed ha hecho especial hincapié en los precios de la vivienda y en los bajos tipos de interés de la deuda. Tanto, que a las subidas de los precios de la vivienda las han denominado 'espuma', mientras que los tipos de interés han sido calificados con adjetivos como 'enigmáticos' o, simplemente, 'ilógicos'

l El manejo de un déficit por cuenta corriente que supone ya más de 800.000 millones de dólares a financiar todos los años. Greenspan ha restado importancia al déficit comercial, considerando que la elevada productividad de la economía norteamericana y, probablemente, la elevada inversión restaban preocupación a un déficit exterior al alza. Pero también ha repetido que este déficit no puede crecer de forma indefinida. El ajuste, en su opinión, debe venir por una combinación de precios, tipo de cambio y tipos de interés. Por el momento sólo el último factor, a través de las subidas mesuradas (0,25 puntos en cada una de las 12 últimas reuniones mensuales) pero contundentes (con tipos de interés oficiales que suponen hoy cuatro veces más los existentes hace algo más de un año y medio) ha contribuido a corregir el desequilibrio. Por otro lado, aunque la financiación del déficit se ha considerado como un problema menor, dada la elevada profundidad de los mercados financieros internacionales, es evidente que supone un factor de debilidad en el futuro

Sí, todos estos son los retos para Ben Bernanke, si finalmente recibe la confianza del Senado norteamericano. De forma esquemática, ya ha expresado su opinión sobre algunos aspectos importantes. Así, ha considerado que lo acertado es aplicar una política monetaria continuista. Ya saben: aproximación a una política monetaria neutral, pero muy vigilante sobre el resultado de la ecuación entre maximizar el crecimiento económico y mantener la inflación controlada. También ha considerado que la transparencia es uno de los factores que sustentan la actual credibilidad de la política monetaria. Y ha rechazado que la política monetaria deba tener como objetivos las burbujas de activos. Más aún, ha recurrido a un análisis micro (inspecciones y normas), frente a uno macro, para luchar contra los excesos en los precios de los activos.

Y es que una relajación excesiva de la política monetaria es un factor necesario para la formación de estos excesos. Pero su corrección a través de una política monetaria restrictiva puede llevar a ajustes que abarcan a la propia economía real.

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