Excelente relevo
La Reserva Federal de EE UU cambia de presidente tras 18 años. Ben Bernanke ha sido la persona designada por George Bush para suceder a Alan Greenspan. El autor considera acertada la elección y analiza los desafíos que el economista deberá afrontar en su importante cargo
Ya tenemos relevo en uno de los cargos clave de la economía y de los mercados financieros mundiales. Alan Greenspan deja un legado difícilmente superable y, en mi opinión (no unánime entre los analistas), muy exitoso. Por este motivo, existían ciertas dudas de que su sucesor fuera a tener un perfil tan alto como Greenspan. La elección no ha podido ser más acertada. Ben Bernanke, 51 años, es uno de los más prestigiosos economistas de Estados Unidos, como prueba el hecho de que, desde el pasado mes de junio, es el presidente del Consejo de Asesores Económicos de la Casa Blanca.
Bernanke, además, ya conoce la Reserva Federal (Fed) gracias al cargo que ocupó entre agosto de 2002 y junio de 2005. Durante ese tiempo tuvo ocasión de brillar (y, en la práctica, de sustituir a Greenspan) cuando, a mediados de 2003, la autoridad monetaria alertó sobre el riesgo de deflación. A través de diversos artículos y pedagógicas intervenciones, explicó, recurriendo a un profundo conocimiento de la economía japonesa, el significado de una caída general de los precios, sus implicaciones sobre el crecimiento del PIB y qué medidas podía tomar un banco central para evitarla o tratar de remediarla. Su excelente desempeño le puso, ya entonces, en el primer puesto entre los candidatos a suceder a Greenspan.
Bernanke deberá lograr la capacidad de comuni-cación de Greenspan y mantener la independen-cia de su cargo del poder político
Pero también ha abordado aspectos de mayor actualidad, como la existencia de burbujas bursátiles y la actitud que debe tomar el banco central. En algunos de sus trabajos apunta la dificultad de detectar la existencia de una sobrevaloración en los precios de las acciones o, al menos, su origen, lo que hace recomendable que un banco central no trate de condicionarlas. De es-ta forma, se suma a la opinión, generalizada entre las autoridades monetarias, de que las cotizaciones bursátiles aportan información muy útil, pero que no conviene tratar de evitar procesos de sobrevaloración modificando los tipos de interés de intervención.
Por último, también se ha mostrado favorable a la cuantificación de un objetivo de inflación por parte de la Reserva Federal, al estilo de lo que hace el Banco Central Europeo (BCE). La última vez que tuvo ocasión de defenderlo fue en febrero, si bien la propuesta fue rechazada por considerar los miembros de la Fed que podría supeditar el objetivo de crecimiento económico al de inflación y, al mismo tiempo, suponer una excesiva restricción de la política monetaria. æpermil;sa es la situación actual: un incremento interanual del IPC cercano al 5% que estaría superando de forma intensa el probable objetivo del 2%. No es casual que el nombramiento de Bernanke haya sido recibido con una elevación de cinco puntos básicos de los futuros sobre el tipo de interés a tres meses del dólar, con lo que queda clara la interpretación del mercado sobre la posición más tensionadora de quien presidirá la Fed a partir del 1 de febrero.
¿Qué retos deberá superar? El primero, la excelente capacidad de comunicación de Greenspan, que ha permitido a los agentes del mercado anticipar la práctica totalidad de sus decisiones de política monetaria y, de esa forma, evitar una elevada volatilidad de la curva de tipos (aquí, los detractores de Greenspan me señalarán algunos episodios de fuertes movimientos del T-Note, pero debo recordarles que han sido poco frecuentes).
El segundo, mantener la independencia del poder político que ha mostrado Greenspan, como pone de manifiesto el hecho de que comenzó a subir tipos poco antes de las elecciones del pasado noviembre. El tercero hace referencia a la posición cíclica de los Estados Unidos. No es fácil tomar las riendas de la política monetaria cuando ésta todavía no ha terminado ni siquiera su proceso de normalización, pero la economía se encuentra ya en fase de desaceleración.
Es decir, el nuevo presidente de la Fed no va a contar con el margen de actuación que otros tuvieron cuando el ciclo mostró procesos de pérdida de dinamismo (en enero de 2001, el tipo de intervención se encontraba en el 6,5%). Por otro lado, ningún presidente de la Fed se ha enfrentado a un déficit por cuenta corriente de la magnitud actual, un aspecto al que también ha hecho referencia Bernanke en recientes comparecencias, al atribuirlo en parte al exceso de ahorro de los países emergentes.
Como aspectos positivos, Bernanke contará con un sistema crediticio que goza de buena salud, con una ausencia de sobrevaloración en las cotizaciones bursátiles y una valoración del dólar, al menos con las principales divisas, en línea con lo que puede ser su nivel de equilibrio.