'He huido del conformismo y la autocomplacencia'
Hace 25 años decidió emprender una aventura en la que muy pocos creían, la creación de la Fundación y los Premios Príncipe de Asturias, que este año celebran su 25º aniversario
Nació en Moreda de Aller (Asturias) hace 66 años. Dicen los que conocen a Graciano García, periodista y director de la Fundación Príncipe de Asturias, que cuando se empeña en algo no para hasta conseguirlo. Hace ahora 25 años puso en marcha, con la ayuda de un grupo de empresarios asturianos, la citada institución, con el fin de reforzar la imagen del heredero de la Corona. Su agenda estos días está repleta de actos sociales, por lo que la entrevista ha sido respondida a través de un cuestionario.
Los Premios Príncipe de Asturias cumplen 25 años. Nacieron con un cierto escepticismo y poco a poco han ido teniendo reputación y prestigio internacionales, ¿a qué cree que se debe?
Fundamentalmente al apoyo ininterrumpido de la Corona y, desde ella, a la dedicación del Príncipe de Asturias. La prudente gestión y orientación general de los sucesivos presidentes, la generosidad de los patronos y miembros protectores así como la altura de miras y la inteligente tarea de los jurados de nuestros galardones han sido factores esenciales para ese triunfo. En justicia, tampoco puedo olvidarme del trabajo del reducido equipo de la fundación, que con entusiasmo, entrega y muy alta capacidad profesional comparte todos mis días, los luminosos y los grises, los alegres y los difíciles, sin desfallecer y con un sentido de la lealtad del que me siento profundamente orgulloso. Ha sido importante también la ayuda de los medios de comunicación, y la de nuestra sociedad, que considera ya los premios como un gran patrimonio cultural y moral de España.
'Me gusta ir hacia el objetivo programado con resolución y fuerza. Hay que imaginar, soñar, intentar ver más allá de lo inmediato, y con ilusión, esfuerzo e inteligencia, los sueños se hacen casi siempre realidad'
¿En qué cree que ha contribuido a la consolidación de los premios?
Mi trabajo, que ha sido intenso e ilusionado, es sin embargo sólo una pequeña parte de esta aventura. En el proceso de consolidación y avance del prestigio de nuestros galardones ha sido importante la decisión, en la que ciertamente participé, de universalizar el ámbito de los premios para que estuvieran en sintonía con un mundo sin fronteras y en constantes y profundos cambios.
¿Cómo definiría su gestión?
La definiría como esperanzada, austera y leal con los valores en que se asienta la fundación. Me considero una persona optimista y siempre creí que nuestros sueños llegarían a ser una brillante realidad. Nunca imaginé que en tan corto espacio de tiempo y con tan limitados recursos se alcanzaría el prestigio y la repercusión internacionales de los que gozan. El camino hecho hasta aquí no ha sido nada fácil, como lo revela el hecho de que la fundación nació con un capital de 11 millones de pesetas, que venía a ser entonces el presupuesto de no pocos clubes de nuestra competición futbolística regional. Por eso, al volver la vista atrás, me vienen siempre a la memoria las palabras de uno de mis más admirados poetas, el portugués Miguel Torga, que nos dejó escrito que la vida no vale nada sin milagros y que para que los haya es necesario que alguien crea en ellos.
En estos 25 años habrá habido momentos duros, ¿cómo los recuerda?
Ciertamente ha habido momentos difíciles, pero a mí me gusta pensar que ha habido también muchos otros de alegría. Los mejores recuerdos los guardo; los malos, los que surgieron de errores, quiero verlos positivamente y pensar que sirven para ayudarnos a no volver a repetirlos.
¿Qué les diría a aquellos que se mostraron poco receptivos a sus ideas o propuestas y a los que la iniciativa de la fundación y de los premios les parecía disparatada?
Les recordaría el verso de Hölderlin que dice que en el riesgo está siempre la esperanza. Poner en marcha una idea tan ambiciosa suponía asumir importantes riesgos. Goethe y Ortega coincidieron en afirmar que todo en nuestra vida depende en última instancia del azar.
En una sociedad cada vez más competitiva y con tanta preocupación por los resultados a corto plazo, ¿qué consejo les daría usted a los gestores de empresas?
No me gusta dar consejos, pero, a riesgo de contradecirme, podría sugerir que es esencial creer en la obra a realizar, trabajar en sintonía con el tiempo en que se vive, imaginar y arriesgar, unir al equipo para ir hacia el objetivo común y no abandonar nunca el estudio y la formación. También son claves la ilusión, el entusiasmo y la determinación para no dejarse vencer nunca por los inevitables obstáculos que surgen en el camino de cualquier proyecto.
¿Se considera un visionario?
No, no me gusta esa palabra para definir mi trabajo, porque quiero hacerlo siempre desde la realidad, con los pies en la tierra y, ciertamente, con imaginación y esperanza. Quienes me conocen saben que me gusta pensar en profundidad antes de iniciar un camino y, una vez programado el rumbo, ir hacia el objetivo con resolución y fuerza. Es verdad que me gusta imaginar y soñar, intentar ver más allá de lo inmediato, y estoy convencido de que con ilusión, esfuerzo e inteligencia, los sueños se hacen casi siempre realidad.
¿El éxito emborracha o tiene los pies en la tierra?
Como escribió Albert Camus, todo logro significa una servidumbre, obliga a otro más alto. Quienes trabajamos en la fundación lo sabemos bien y por eso siempre hemos huido del conformismo y la autocomplacencia. Vamos a seguir desarrollando nuestra labor con el mismo entusiasmo y determinación con que lo hemos hecho hasta ahora.
Aprendizaje. 'Me entrego al trabajo de forma apasionada'
Usted está dedicado por entero a la Fundación Príncipe de Asturias, ¿cuántas horas trabaja al día?Trabajo muchas horas, pues mi vida está plenamente dedicada a mi responsabilidad en la fundación. Quienes están más cerca de mí saben que me entrego al trabajo de manera intensa y apasionada. Mi forma de desconectar es compartir mi tiempo con mi familia y mis amigos y entregarme a la lectura, una de mis más grandes pasiones desde la infancia.¿Qué ha aprendido de los premiados en todos estos años? ¿A quién destacaría de todos ellos?Su vida y obra son un ejemplo impagable para todos. Son personas que, desde sus distintas actividades, han influido en la marcha de la historia de nuestro tiempo. Es muy difícil destacar a uno sobre el resto, pero una de las personalidades que más me impresionó fue el ex primer ministro israelí Isaac Rabin. Era un hombre muy convencido de que la paz era posible en Oriente Próximo. No le importaba entregar la vida para trabajar por ese objetivo, como así sucedió luego. Hablaba, además, de forma muy sencilla y cercana. En la tarde en que se celebró la ceremonia de entrega de los premios, y al sentir cómo en las calles de Oviedo miles de personas aplaudían a los premiados, dijo que un pueblo que tiene esos sentimientos no puede temer al futuro.¿Qué objetivos tiene para los próximos 25 años? La fundación nació para hacer el bien y ese es un objetivo irrenunciable para todos los que estamos en ella. George Steiner, nuestro Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades en 2001, escribió que somos invitados de la vida y que nuestra primordial misión es contribuir a que este mundo, antes de que lo abandonemos para siempre, sea algo mejor que el que nos hemos encontrado. Esa es nuestra más hermosa tarea al servicio de una España en libertad, en progreso y esperanzada ante el futuro.