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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

La encrucijada económica

El vicepresidente Pedro Solbes aprovechó ayer su intervención en el Foro Cinco Días para hacer hincapié en uno de los asuntos que más le preocupa: la encrucijada en la que se encuentra el modelo económico de España. El fuerte crecimiento de la demanda interna, sustentado por unos tipos de interés históricamente bajos, puede descarrilar si cambian las actuales condiciones externas favorables. El repunte inflacionista registrado en toda Europa -y destacadamente en España- es una señal de que se puede acercar el fin de la larga etapa de tipos bajos. A pesar de que reconoce que el impacto positivo de ésta irá perdiendo efecto, el vicepresidente augura que aún le queda recorrido.

Se trata de un diagnóstico que, sin embargo, no puede ocultar la urgencia de medidas para evitar que la economía española pierda competitividad. Porque al previsible final de la época de dinero barato, se suma en el caso de España el agotamiento de otro importante impulso exterior: la desaparición de las ayudas en forma de fondos comunitarios.

La economía española vive una época de bonanza cuyo impulso se debe aprovechar para garantizar el crecimiento a medio y largo plazo. Para ello hay que poner los cimientos de un nuevo modelo en el que el sector exterior asuma mayor protagonismo. Es necesario que los principales clientes -la UE, y muy especialmente Francia y Alemania- retomen su capacidad de compra. Pero también resulta indispensable que en ese momento la economía española esté preparada.

El Gobierno cuenta con la política presupuestaria para salir de la encrucijada y cambiar el modelo. El aumento de la inversión en I+D+i es la vía adecuada, siempre que se aplique con eficacia. Los países emergentes hacen cada vez más difícil competir en precios, por ello una economía moderna debe basarse en el valor añadido de sus productos y servicios. El camino elegido por las autoridades económicas es correcto, pero sólo si va acompañado por el sector privado. Sin empresas competitivas y eficientes, el esfuerzo será en vano.

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