Cambiar la cultura del agua
Los crecientes problemas de abastecimiento de agua para suministro urbano y agrícola han llevado al ministerio de Medio Ambiente a poner en marcha una serie de actuaciones urgentes encaminadas a garantizar el suministro en las zonas más damnificadas por la sequía. La situación es especialmente preocupante en la cuenca del Tajo (incluído Madrid, que está en nivel de alerta 1 desde el pasado mes) y la zona del arco mediterráneo. Pero incluso en Galicia los embalses están en apenas el 41% de su capacidad. Para hacer frente a esta situación, el departamento de Cristina Narbona ha movilizado casi 400 millones de euros para obras urgentes que se centrarán sobre todo en la reparación y modernización de infraestructuras ya existentes. Esta cifra se suma a los 3.900 millones de euros previstos para la construcción de una red de nuevas desaladoras. Obras que sin duda ayudarán a paliar el problema, al menos temporalmente, pero que no son en absoluto suficientes.
Además de las infraestructuras, es necesario modificar la cultura del agua en nuestro país. Resulta inadmisible que uno de cada cinco litros de agua siga perdiéndose por fugas o roturas, que persistan la explotación ilícita de pozos y los vertidos contaminantes, que cada español consuma de media 167 litros por día (en datos de 2003, que sin duda habrán quedado obsoletos) y que en un país como el nuestro, con graves problemas de sequía, paguemos por el agua la mitad de lo que abonan nuestros vecinos de Alemania, Francia o Reino Unido.
Décadas de debate sobre la necesidad de hacer un uso responsable de este bien común han tenido poco efecto en los ciudadanos. Una falta de concienciación a la que sin duda ha contribuído la utilización partidista de este asunto por parte de los representantes políticos. Para poder atajar el problema, el Ejecutivo necesita ir más allá y materializar la idea, avanzada en varias ocasiones por Narbona, de penalizar el consumo irresponsable de agua.