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Lis Álvarez

'Nadie transforma por sí solo una empresa'

Su abuela le aconsejaba que disfrutara de las cosas mientras las tuviera. Disfruta gestionando BT, pero siempre encuentra un punto de insatisfacción a todo lo que hace. Ahora está obsesionado con aprender chino.

Su discurso es arrollador. A Luis Álvarez, madrileño, de 44 años e ingeniero de telecomunicaciones, le gustan los retos. Para justificarlo cuenta una anécdota: desde que llegó a BT siempre había oído que era imposible poner el logotipo de la empresa en la fachada del edificio. Con esta cantinela pasaron 12 años. Cuando llegó a la presidencia de la compañía, en la que ha ocupado el cargo de director de multimedia y de operaciones comerciales, no cesó en el empeño. Desde hace tres años el logo luce desde el exterior del edificio. Si hay algo que no le gusta es la palabra imposible.

Después de haber sobrevivido a la crisis dentro del sector de las telecomunicaciones, ¿cómo se dirige una compañía una vez que ha pasado la tormenta?

Para mí ha sido una gran satisfacción poder dirigir esta compañía en momentos difíciles. Considero que para un directivo es una situación envidiable, porque se puede demostrar la capacidad de liderazgo, transmitir entusiasmo y tomar decisiones para salir adelante. No te puede temblar el pulso a la hora de tomar decisiones, aunque también hay que mantener la cabeza tranquila. Es en esos momentos cuando es más complicado dirigir, porque te puedes llevar por la precipitación. Soy partidario de tomar las decisiones desde la reflexión pero con osadía, a pesar de que nadie tiene la seguridad de acertar al cien por cien. Nosotros decidimos, por ejemplo, no entrar en la feroz competencia dentro del sector residencial y por ello tuvimos muchas criticas, pero no nos arrepentimos de la decisión tomada de centrarnos en ofrecer soluciones de telecomunicaciones para las grandes empresas y la Administración. Nos centramos en lo que éramos capaces de hacer.

¿Cómo lleva un directivo las críticas?

A mí me gusta que me digan lo que hago mal. Doy libertad a todos mis colaboradores para decir lo que piensan, aunque eso no significa que lo que plantean sea acertado. Es necesario discriminar las críticas, evaluar y valorar las que son válidas. Muchas encierran actitudes personales que no debes tener en cuenta. Lo que me critican y alaban a la vez es mi visión optimista de la realidad. Siempre veo el lado bueno y, a partir de ahí, construyo. Me haría falta cierta dosis de pesimismo, eso es también una actitud vital, pero me interesa saber que es lo que vamos a hacer y a partir de ahí conseguir tus objetivos. Las empresas necesitan de optimismo con estrategia, es la mejor receta para que el negocio salga adelante. Toda estrategia requiere de un plan y hay que saber ejecutarlo. Es una labor cotidiana que exige tenacidad y un equipo de personas detrás. Nadie transforma por sí solo una empresa.

¿Cuál ha sido su principal granito de arena?

Creo que esa combinación de optimismo con el acercamiento al cliente, que siempre quiere trabajar con equipos ganadores. Mi trabajo consiste en ayudar a que los clientes se conviertan en líderes de su sector, que, con la ayuda de la tecnología, transformen la compañía. Si miro hacia atrás, recuerdo cuando me dijeron que no era posible crecer, que era muy difícil poder competir en este mercado. Y era difícil, pero no imposible.

Usted ha ido ocupando distintos puestos hasta alcanzar la presidencia, ¿cómo se consigue esta meta?

No pensando dónde puedes llegar. No tenía ambición por llegar a nada, pero sí por hacer mi trabajo lo mejor posible. Y de un puesto fui saltando a otro, asumiendo responsabilidades. Mi único objetivo ha sido aportar valor. Y ahora mi cometido es que los empleados trabajen en un entorno bueno, que la compañía gane más dinero y crezca y que los clientes estén contentos.

Antes de llegar a BT trabajó en el Banco Santander y en Banesto, ¿qué aprendió en el sector de la banca?

La verdad es que mi perfil es variopinto. Yo empecé en la industria, en Ericsson y en IBM, y creo que de todos los sitios por los que he pasado he aprendido a fabricar equipos. De la banca creo que he aprendido a entender las necesidades de los clientes. Y eso es algo que han de tener presente los equipos.

¿Qué exige a los profesionales de BT?

En primer lugar, que se sientan y actúen como miembros de un equipo. Deben sentir que forman parte de un colectivo por encima de individualidades. Requiere de una actitud impersonal que hay que promover. En segundo lugar, el equipo debe ser consciente de que nuestros sueldos los pagan los clientes. Nos debemos a ellos. Es necesario, además, lealtad y firmeza en las convicciones, saber que te puedes fiar de todos. Es necesario que haya honestidad y ética profesional. Es importante combinar y saber manejar todo esto porque los conocimientos se adquieren.

En lo que va de año, BT ha adquirido dos empresas, ¿es difícil integrar a los equipos dentro de una misma cultura corporativa?

He tenido la suerte de integrar equipos jóvenes con personas más mayores y esa combinación es algo apasionante. Creo que lo más importante cuando dos culturas empiezan a trabajar juntas es que se adapten a los zapatos. Hay que buscar más lo que une que lo que separa, sacar partido a los puntos fuertes y arrinconar cosas que separen. No es fácil porque la gente tiende a aferrarse a lo que le da seguridad.

¿Pero usted es atrevido y emprendedor?

Hay que cortar amarras y aventurarse en océanos nuevos. A mí me echarán por hacer cosas, no por no hacerlas. El liderazgo consiste en ver nuevas oportunidades y tirar de un equipo. Yo tengo la conciencia tranquila y trabajo sin miedo. No tengo más preocupaciones. Si nuestros accionistas consideran que no soy la persona adecuada para dirigir la empresa, yo lo aceptaré, pero hasta entonces haré cosas. No me aburro.

Siempre con el traje de ejecutivo

No diferencia entre trabajo y vida personal. 'Creo que vida sólo hay una y todo forma parte de esa vida', afirma Luis Álvarez, que reconoce que el secreto está en saber combinar las dos facetas. 'Cuando mi hija tiene una función de teatro en el colegio voy a verla. Y después trabajo. No creo que haya que hacer separaciones, sino saber conjugar todo lo que haces'. Afirma que es difícil desconectar, 'no se puede uno quitar tan fácilmente el traje de directivo porque el negocio siempre va en la cabeza'.En contra de lo que opinan muchos expertos en recursos humanos, el presidente de BT considera que esta práctica 'es sana porque vives todo permanentemente'. Se trata de un ejecutivo que no concibe vivir sin intensidad. 'Tengo claro que el día que para mí sea duro venir a trabajar cambiaré de ocupación'.De momento, le divierte lo que hace. Y mientras que disfruta de sus aficiones, entre ellas viajar con su familia, hacer casas de muñecas o jugar al pádel, piensa en el negocio. Hay días que prefiere trabajar desde casa. En este sentido, asegura que no es nada exigente con los horarios de los empleados. 'Mido el trabajo por los resultados no por el tiempo que se emplea. Hay mucha flexibilidad y no te puedes obsesionar con las horas. Hay días que estoy en la oficina y echo a la gente a su casa', añade.A Luis Álvarez le faltan horas del día para poder acaparar todo lo que está dispuesto a realizar. 'Me gusta tener siempre la agenda ocupada y tengo obsesión por aprender cosas constantemente'. El año pasado decidió volcarse en aprender francés y este año le gustaría iniciarse con la lengua china. 'Todo esto me obliga a estirar el tiempo al máximo'.

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