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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

El automóvil busca soluciones

Crecen las dudas sobre el futuro de la producción de automóviles en España, amenazada por la deslocalización, la exigua rentabilidad de la industria y la madurez del mercado europeo. Las multinacionales del sector, que históricamente han apostado por España, están poniendo duras condiciones para asegurar la continuidad de sus plantas nacionales, que son muy eficientes pero que no pueden competir en costes con los nuevos miembros orientales de la UE, donde además el mercado ofrece más recorrido que en la Europa occidental.

General Motors negocia con los trabajadores de la fábrica de Figueruelas (Zaragoza) un acuerdo para contener los costes a partir de 2008, cuando aspira a montar el nuevo Meriva. Adjudicarse ese modelo es crucial, pero la filial española defenderá su candidatura en competencia con la polaca. Aun si la plantilla española asume sacrificios salariales, Polonia tiene bastantes posibilidades de arrebatar el monovolumen. Seat también negocia una rebaja de salarios y jornada para hacer frente a la caída de la producción. En este caso está amenazada incluso la propia marca Seat si el grupo Volkswagen no consigue consolidarla fuera de España. Mercedes, con plantas en Vitoria, anuncia 8.500 despidos en Alemania, un duro aviso para las demás filiales. Por ahora no es tan dramática la circunstancia de otros fabricantes como Renault, Ford y Peugeot Citroën, pero la producción total sigue cayendo. Hasta agosto, se montaron en España 1,4 millones de vehículos, un 8,7% menos que un año antes. Las plantas españolas, que producen en un 80% para la exportación, sobre todo a Europa, están acusando su especialización en un tipo de vehículos, los de gama media-baja, que ya no son los más demandados.

Se espera que, una vez más, se imponga la sensatez negociadora y se alcancen acuerdos razonables para salvar una industria que aporta el 5,8% del PIB español. Y, aún en este supuesto, el Gobierno tendrá también que poner mucho de su parte para frenar la fuga hacia lo que ya denominan el Detroit del Este.

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