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Automóvil

Bueno para GM, malo para Aragón

No se trata sólo de retener la fabricación de un modelo. Lo que está en juego es el futuro de Figueruelas. GM se debate entre trasladar el Opel Meriva a Polonia, que actualmente se produce a las afueras de Zaragoza. Si la multinacional toma esa decisión, la planta zaragozana de General Motors tendrá un futuro muy sombrío. Es más, el traslado dejaría muy claro que los costes salariales y la logística importan más que la capacidad productiva, la excelencia de las manufacturas, un parque de proveedores consolidado y la cualificación de los trabajadores. Y si lo primero se valora más que lo segundo, el futuro de Figueruelas no tiene sentido.

El Meriva representa el 45% de la producción de la planta. Fernando Bolea, miembro del comité europeo de la multinacional, asegura que desconfían 'abiertamente que haya una alternativa a este modelo'. Aunque en la factoría se han montado en su historia el Corsa, Kadett, Astra y Tigra, el Meriva es el que mejor se ajusta a su plataforma y el que, por el auge de los monovolúmenes, tiene mejores expectativas de mercado. Pero el 45% de las auxiliares que puedan actuar como proveedoras del Meriva se hallan hoy más de cerca de Gliwice que de Figueruelas, también atraídos por la miel de unos costes salariales muy inferiores.

Los sindicatos tienen muy claro que se trata de una batalla decisiva, en la que se juega más que la deslocalización de una fábrica. Porque Figueruelas es, además, una pieza decisiva en la transformación del corredor del Ebro. Los sindicatos, conscientes de la gravedad de la situación, han decidido trasladar la última oferta de la empresa a sus bases. Este fin de semana, se celebrarán asambleas de fábrica y el lunes, el comité comunicará su respuesta a la dirección. Esa tarde, GM presentará ante la cúpula europea su oferta para retener el Meriva. El veredicto se espera para el 15 de diciembre. Los trabajadores han rechazado ya una propuesta de la empresa. La última, asegura el cumplimiento del vigente convenio, pero impone la congelación de la antigüedad a partir 2008 y limita las alzas salariales al 50% del IPC entre 2008 y 2010.

El traslado del Opel Meriva a Polonia supondría que importan más los costes salariales que la capacidad productiva y la calidad

La implantación de Opel en 1982 modernizó el obsoleto tejido industrial aragonés e implantó nuevas técnicas productivas

'Queremos que sean los propios trabajadores quienes se pronuncien, porque queremos reflejar su postura en una situación extraordinariamente grave' subraya Antonio Carvajal, portavoz de CC OO en Figueruelas. Y es que los sindicatos no parecen dispuestos a asumir el descrédito que supondría convencer a la plantilla de que acepte recortes y, a pesar de ello, perder la fabricación del Meriva. Sin embargo, Bolea considera que la última oferta 'puede suponer un cierto avance en el encauzamiento de la situación'. UGT ha tratado infructuosamente de presentar una contraoferta suscrita por todas las organizaciones sindicales a la dirección de GM España, pero su propuesta ha sido superada por los acontecimientos. Unas dificultades que reflejan el nerviosismo que se vive en Figueruelas.

A pesar de los recortes salariales, las diferencias entre plantas seguirían siendo considerables. Los trabajadores de las fábricas alemanas perciben 2.000 euros mensuales de media, frente a los 1.300 euros de Figueruelas y los 400 de Polonia. La brecha laboral entre Gliwice y la planta zaragozana se cifra en 100 millones. Carlos Guerrero, secretario del comité, asegura que 'si prima el componente salarial , estamos perdidos: siempre habrá países que ofrezcan trabajar más barato'. General Motors (entonces Opel) se instaló en Figueruelas en 1982. La multinacional decidió su ubicación por la privilegiada situación geográfica de la capital aragonesa y la creencia de que el valle medio del Ebro, entonces más agrario que industrial, reunía las condiciones idóneas para convertirse en un potente eje industrial. Para ello, fue instalando sus proveedores en el corredor entre Zaragoza y Logroño, donde se instaló la primitiva auxiliar Fisher and Body.

La contribución de la multinacional a la modernización de un tejido generalmente obsoleto ha sido decisiva. GM introdujo los ordenadores y las prácticas del just in time a proveedores, que fueron divulgando sus nuevos sistemas de gestión por toda la geografía aragonesa. En los componentes más complicados, trajo sus propios proveedores de Alemania y contribuyó a enseñar nuevas técnicas productivas a empresas de la tierra que hoy fabrican componentes. Por el camino, Figueruelas se ha convertido en una de las mejores factorías de General Motors. En la evaluación de julio, por ejemplo, las instalaciones obtuvieron una calificación del 92,72%, una puntuación calificada de excelente.

GM también rentabilizó su apuesta aragonesa. La antigua Opel obtuvo abultados beneficios en su planta de Zaragoza, con un récord de 250 millones en 1998. Con el milenio, los beneficios se han convertido en pérdidas y la alegría laboral (los operarios eran considerados una especie de casta económica superior) se transformó en recortes y convenios conflictivos.

Durante veinte años, las exportaciones de la fábrica han copado más de la mitad del total provincial. A pesar de los recortes de los últimos años, el complejo donde se fabrican los Corsa y Meriva sumó hasta agosto una producción de 264.152 unidades, la más alta en España. La pérdida del Meriva supondría, según UGT y CC OO, 3.000 empleos menos y duplicar la plantilla de la planta polaca. Pero lo más grave es que una caída drástica de la producción conllevaría un auténtico desmantelamiento industrial en el cinturón de Zaragoza, donde los pueblos han ido cambiando la agricultura por el trabajo en empresas auxiliares.

El ex presidente de GM, Charles Wilson, declaró en 1955 ante el Senado que creía que lo que es bueno para la compañía lo es para EE UU. El tiempo no le ha dado la razón. En cambio, sí es indudable que lo que es malo para Figueruelas es pésimo para Aragón.

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