Cómodos, pero bien orientados
Se dice, y bien, que en política a los proyectos e ideas a los que no se le pone dinero encima se los lleva el viento. Y la ley que determina esos dineros es la del Presupuesto. Como cada arranque de otoño, se deshoja la margarita de promesas en forma de ley. Ya no bastan las palabras, hay que llevarlas a los euros.
Una aproximación a los números permite una primera valoración. El Gobierno cree que la economía y el empleo seguirán marchando más o menos como ahora, por lo que apuntan un importante incremento de los ingresos. Y con estos abundantes dineros tiene para contentar a todos. Más gasto social, inversión y ayuda al desarrollo. La orientación general parece correcta. Ahora bien, ¿pueden cumplirse? El empleo crecerá, según Solbes, un 2,6% lo que significará 460.000 nuevos puestos de trabajo y la reducción del desempleo al 9%, un porcentaje desconocido desde hace más de dos décadas. Dada la marcha del mercado de trabajo es perfectamente posible que esto ocurra. Por este lado, los Presupuestos son sólidos.
España lleva años creciendo por encima de la media comunitaria y todo parece apuntar a que así seguirá en el futuro más inmediato. Pero este crecimiento tiene los días limitados, al basarse en el consumo de las familias y en la construcción. Aunque el consumo puede ser estable a largo plazo -el empleo crece y nuestra población sigue incrementándose gracias a la inmigración-, la construcción empezará a presentar síntomas de agotamiento, debido al descenso de los fondos estructurales y a cierta contención de la demanda por el alto nivel de precios. Frente a un crecimiento para 2005 del 5,7% bajaremos al 3,8%. Este modelo ya presenta una serie de problemas asociados. La creciente pérdida de competitividad exterior y una disminución de la productividad, evidenciada por un acusadísimo déficit corriente entre lo que exportamos e importamos. Sólo tendremos una economía estable si conseguimos más productividad y competitividad.
'Por vez primera un gasto social, educación, se contabiliza entre los fundamentales para aumentar la competitividad. Por ahí marchará el discurso del futuro'
Mejorar nuestra productividad con la inversión en capital humano y tecnológico se convierte en una de las prioridades de los Presupuestos al incrementar la cuantía destinada a estas políticas un 26,5% frente a 2005, hasta de 6.700 millones de euros en I+D+i más educación. Bien está esa orientación aunque sus frutos tardarán en recogerse. Será necesario un esfuerzo continuado de al menos cinco años para que experimentemos una sensible mejora en nuestro capital humano.
Debemos destacar que por vez primera un gasto considerado social, educación, se contabiliza entre los fundamentales para incrementar nuestra competitividad. Sin duda por esa senda marchará el discurso del futuro. Infraestructuras, otra política fundamental para mejorar la competitividad crece un 12,4%, aunque el año pasado se gastó una cuantía más bien pobre para este capítulo.
Repasemos puntos débiles. Se basa en un precio del petróleo de 55 dólares el barril, lo que es una muestra de optimismo a estas alturas. Considera que nuestra economía conseguirá reducir el déficit exterior seis décimas, del 1,7% al 1,1% del PIB. Esto es realmente imposible de conseguir por simples causas internas y tendremos que poner velas a la virgen para que se reactiven las pachuchas economías de nuestros vecinos. En resumen, son unos Presupuestos cómodos, pero bien orientados.