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Tribuna
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Gas Natural-Endesa, ¿amenaza u oportunidad para Cataluña?

La polémica opa de Gas Natural sobre Endesa ha desatado acalorados debates, desde el posible éxito de una oferta hostil en nuestro poco agresivo mercado financiero hasta el papel de las cajas en la reordenación industrial del país, pasando por las no menos relevantes implicaciones sobre la competencia en unos mercados energéticos de muy reciente liberalización. Sin embargo, el ámbito que ha despertado mayores pasiones ha sido el nuevo episodio de enfrentamiento entre Madrid y Cataluña, alentado desde algunos medios de la capital y la Ciudad Condal. Dicho enfrentamiento versa sobre los supuestos beneficios que podrían derivarse de la opa para Cataluña, que contrastan en cambio con una aparente amenaza para Madrid.

En primer lugar, resulta a priori poco evidente que el conjunto de Cataluña pueda beneficiarse de una fusión que crearía un enorme monopolio regional en el gas y la electricidad, dadas las respectivas posiciones dominantes de Endesa y Gas Natural en el mercado catalán. Las desinversiones pactadas con Iberdrola tampoco parece que vayan a afectar a Cataluña, de modo que difícilmente aumentará la competencia tras la opa. En estas circunstancias, y ante el peligroso diferencial de precios que ya lastra la competitividad catalana, el recién estrenado Tribunal Autonómico de la Competencia debería cuando menos expresar su reticencia o preocupación ante la opa.

En Madrid, en cambio, la inquietud parece menos comprensible, puesto que Endesa no compite en el mercado regional. Paradójicamente y por motivos históricos, la compañía tiene sin embargo su sede en la capital y es precisamente su posible traslado tras la fusión lo que ha levantado mayor intranquilidad entre las autoridades madrileñas. Quienes conocen la auténtica realidad de ambas compañías y del propio mercado energético podrán poner en duda la supuesta amenaza para la capital española.

La fusión de Gas Natural con la antigua Gas Madrid ya propició en su momento la creación de una importante base de operaciones en la capital, cuyo peso ha ido creciendo, tanto por la proximidad de los reguladores como del grueso del sector energético. Así las cosas, en algunas áreas las oficinas barcelonesas se asemejan más a una delegación regional que a una sede central de un grupo multinacional. A estas alturas resulta muy difícil que Madrid pierda su liderazgo en el sector energético, como el polémico traslado de la Comisión del Mercado de las Telecomunicaciones (CMT) tampoco propiciará menoscabo alguno al cluster madrileño de las telecomunicaciones.

En los medios de la capital pasó lógicamente desapercibida la reciente decisión de La Caixa -otro de los actores en la opa-, de concentrar en Madrid toda su división de gestión de activos, en claro detrimento de la Ciudad Condal. El dominio madrileño sobre sectores como las finanzas, la energía o las telecos es tan sólido que apenas debería inmutarse por iniciativas de la periferia. Un eventual cambio en la sede social de la nueva Endesa-Gas Natural no implicaría cambios significativos sobre el sector en Madrid, puesto que las sedes operativas de ambos grupos radican en buena medida en dicha ciudad, como ocurre con la supuestamente gallega Unión Fenosa o la vasca Iberdrola.

Al tiempo, los beneficios para Cataluña de un eventual traslado de Endesa no irían más allá del cobro de los nada desdeñables tributos locales y autonómicos. Como en el caso de la CMT, la politización no ha permitido profundizar en los beneficios reales para la economía local. Algunos aventurados economistas catalanes han expresado ya tímidamente cómo el 'desgaste político' del traslado del regulador de las telecomunicaciones no justificaba sus ventajas, puesto que, tras 10 años de liberalización y progresiva concentración en Madrid, difícilmente era posible hacer de Barcelona un centro importante en esta industria. En cambio, habría resultado más conveniente apostar por nuevos organismos y centros de decisión en ámbitos, como el farmacéutico, donde Cataluña aún tiene posibilidades de destacar en España y Europa.

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