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El muro de los llantos en Midas

Define su lugar de trabajo como el muro de las lamentaciones porque siempre está abierto para escuchar todo tipo de quejas. Con esta claridad se expresa Fréderic Lacroix, nacido en Burdeos hace 39 años y director general para España y Portugal de Midas. Llegó hace 11 años a España como director financiero y de administración de la compañía. Asegura que se ha adaptado a las costumbres laborales españolas, y lo único que echa de menos es la pastelería 'y las malas maneras de la gente de París'.

El despacho de Fréderic Lacroix, ubicado en el polígono industrial de Tres Cantos (Madrid) es funcional. Todo está a su gusto y, si por algo se caracteriza, es por estar rodeado de elementos que le recuerdan que trabaja en la cadena de centros de reparación rápida y mantenimiento del automóvil del automóvil. 'Hay que empaparse de la marca y del logotipo de la compañía porque es el valor añadido que tenemos', afirma este ejecutivo, que asegura que si algo odia son las reuniones de trabajo formales. 'A los franceses les encantan las reuniones, pero a mí me gustan más las cosas informales. Cuando convoco una reunión siempre es con orden del día. No me gusta que todo el mundo opine de todo', asegura.

Considera que es un ejecutivo accesible, con un poco de genio, aunque advierte que el mal humor se le pasa rápido. 'Soy muy detallista y exigente y sé que la gente en la oficina considera que soy una persona con genio, pero también soy muy transparente. Cuando me ven llegar por las mañanas ya saben de que humor llego. Lo bueno es que se me pasa enseguida'. Cuando se le pregunta qué le agria el carácter, no lo duda: la pérdida de tiempo. 'Me gusta que la gente sea eficaz durante el día y que sepa valorar el tiempo libre. Pedir a las personas que trabajen demasiadas horas me parece un error'. æpermil;l trabaja una media de nueve horas al día como máximo. 'No me parece un horario excesivo, ya que creo que para trabajar bien es necesario saber compaginar la faceta personal con la laboral'.

'El jefe tiene que enfrentarse a la soledad. Se toman decisiones que a veces no se pueden compartir'

Fréderic Lacroix considera que su papel es el de ser amortiguador de cara al resto de la empresa. 'Soy el enlace con los accionistas y sirvo para amortiguar la presión'. Recuerda que cuando le ofrecieron el puesto de director general, su jefe le preguntó si estaba preparado. æpermil;l respondió que para qué y la respuesta le dejó un tanto descolocado: 'Para estar solo, para enfrentarte a la soledad del jefe'. Y explica que 'esto es verdad porque tomas decisiones que muchas veces no puedes compartir con otros'.

El grupo Midas en España tiene repartidos 170 centros propios y franquiciados, que dan empleo a 77 personas, y facturan 55 millones de euros.

Fréderic Lacroix es ordenado. Trabaja siguiendo varias reglas. Nunca tiene papeles sobre la mesa. Prefiere los archivos. 'Soy de los que toco un papel y lo soluciono. No lo muevo de un lado a otro', explica. Tampoco le gusta ver los ordenadores portátiles sobre las mesas de sus empleados. Y cuando alguien escribe un informe sólo puede ser de una página. 'No me gusta que la gente haga literatura, prefiero que el estilo sea directo. Cuando la gente intenta hacer una frase larga, se enreda'.

También le molesta la falta de discreción, sobre todo en los restaurantes. 'Yo nunca digo nombres de personas ni de empresas. En el mundo de los negocios la falta de discreción es increíble. La gente no tiene precauciones en ese sentido'. Y cuenta que él sí lo tiene, sobre todo cuando almuerza en algún restaurante en Tres Cantos ya que muy cerca de Midas tiene sus instalaciones el grupo Michelin. 'Hay que tener cuidado', explica.

Le gusta escuchar música, sobre todo clásica, que dice que amansa a las fieras. Los fines de semana juega al golf y al squash, practica esquí y vela y disfruta del tiempo libre con su mujer y sus dos hijos. Además, le gusta disfrutar de los vinos y de una buena comida.

Pasión desde niño por los mapas

Desde niño se ha sentido atraído por una curiosa afición: los mapas. En su despacho tiene dos, uno de España y otro de Europa. 'Me encantan y además me gusta observar como están hechos'. Recuerda que cuando tenía ocho años, estaba de vacaciones con su madre en una zona de los Pirineos y en el hotel en el que estaban alojados podían participar en un concurso de una televisión local. La pregunta era sobre la altitud de un pico y él rápidamente consultó un mapa y ganó el premio.En su despacho tiene varias fotografías de Midas, entre ellas una del primer centro que abrió en 1956 en Georgia (EE UU), una lámina de un tebeo de la compañía y varias fotografías de su familia. 'Necesito tenerlos cerca'.Otra de sus aportaciones, también afición que le viene de su juventud, ha sido un pequeño reloj antiguo. Sus gustos tienen que ver con el tiempo y el espacio.

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