_
_
_
_
Entrevista

'En Europa se respeta a los directivos españoles'

Esta semana recibe el premio al directivo del año, concedido por la Asociación Española de Directivos (AED). Cree que su mérito se debe a que ha integrado la multinacional que dirige en el mercado español

Pide permiso para quitarse la chaqueta. Asegura que está más cómodo y que todavía le cuesta, como a la mayoría, coger el ritmo de trabajo después de las vacaciones. Mario Armero tiene la misma costumbre que su presidente, Jeffrey Immelt, al que le gusta transmitir esa imagen de cercanía a través del atuendo. Abogado de 47 años, Armero preside la filial para España y Portugal de General Electric desde hace 17 años. En el camino hay éxitos, entre otros, las ventas del grupo, que rondan los 1.700 millones de euros; y sinsabores, por ejemplo, el expediente de regulación de empleo a un centenar de empleados. El próximo miércoles recibe el premio al directivo del año de manos de Isidro Fainé, presidente de la Asociación Española de Directivos (AED).

Cree que se merece este premio?

Yo no me lo merezco, pero quien sí se lo merece es General Electric, la compañía a la que represento, que es fascinante. Eliminando modestias, creo que he contribuido a integrar a GE en la sociedad española. La compañía ha tenido un crecimiento espectacular en España, pero todo eso no hubiera sido posible si no estuviera en este grupo. Mi principal aportación ha sido saber construir una historia en España. Trabajamos con la misma calidad en todo el mundo, pero adaptamos la compañía al país en el que estamos. En España ha habido una transición económica. Tenemos excelentes empresas en diferentes sectores y nosotros queremos acompañarlas. También influye el incremento de la población vía inmigración porque eso es lo que da vitalidad y ofrece oportunidades de negocio.

'En la época que vivimos la crisis en GE, en la que hubo que despedir a empleados, recuerdo que en España no se me ponía nadie al teléfono'

¿Qué opinión tiene de la clase directiva española?

En España hay talento, sobre todo en la gestión del día a día. En Europa hay un gran respeto por los directivos españoles. Se lo merecen, porque han hecho un enorme esfuerzo de profesionalización, de profundidad y de amplitud en sus segmentos. Además, se han internacionalizado, hablan inglés, trabajan en equipo, tienen una enorme flexibilidad para adaptarse al entorno actual, establecen acuerdos con clientes, con proveedores, se asocian entre ellos. Saben trabajar en un entorno complejo como Europa, donde hace falta manejar las relaciones políticas y administrativas. En definitiva, saben manejarse.

¿Manejar la incertidumbre es la tarea más difícil que tienen hoy los ejecutivos?

Todo está interconectado. Vivimos en un mundo incierto, marcado por los conflictos bélicos y las tensiones políticas. Manejar la complejidad requiere esfuerzo, paciencia y conocer los propios límites. Un directivo tiene que conocer sus límites. Yo, por ejemplo, no soy muy disciplinado.

¿Cómo vive un directivo una reestructuración de la plantilla? Porque usted hace tres años tuvo que despedir a un centenar de empleados.

Fue uno de los momentos más duros de mi carrera. Yo entré en GE con la misión de ayudar al proyecto de inversión de Cartagena (Murcia), pero tuvimos una fase en la que el proyecto entró en la UVI. No lo pasé bien, pero me vino fenomenal, porque me dio la oportunidad de conocer lo que son las vacas flacas dentro de una empresa. En la época en que vivimos la crisis en GE, en la que hubo que despedir a empleados, recuerdo que en España no se me ponía nadie al teléfono. Luego escampó y seguimos adelante. Ahora conseguimos 1.700 millones de euros en creación de riqueza productiva en España, pero las crisis te forman. Y lo que nosotros necesitamos es gente que tenga pasión para transmitir energía.

¿Se necesitará algo más?

Además, se requiere entereza para ejecutar decisiones difíciles con impacto social. No me siento contento de haber realizado un expediente de empleo, pero sí de cómo lo hicimos. El 70% de las personas afectadas fueron recolocadas.

¿Cómo consigue un alto ejecutivo, hoy día, permanecer 17 años en su puesto?

Ofreciendo resultados. También he contribuido a algo que mi empresa valora y es la diferenciación. No soy el perfil clásico de ejecutivo de GE, que está en permanente rotación. Mi valor añadido está en España. Además de mi trabajo, valoro otras cosas, como mi vida personal. Y GE es una empresa que no trata a todo el mundo de la misma manera, y me ha permitido desarrollar proyectos. Me encanta pertenecer a una compañía que consigue estar entre las más admiradas del mundo. Eso lo llevo con orgullo. Me encanta estar en una compañía de estas características, pero también con humildad.

¿Algo de lo que muchos carecen?

Es muy fácil caer en la arrogancia. Es el defecto que más odio. ¿De qué sirve la arrogancia cuando te sientas con un cliente para vender tus servicios? Hay que ser humilde.

ESTILO DE DIRECCIâN 'En General Electric somos brutalmente exigentes'

Suele llegar al despacho alrededor de las ocho de la mañana para organizar la agenda del día. Trabaja una media de 12 horas al día, aunque le gusta llegar a casa a una hora prudente, si no tiene cenas de trabajo, para estar con su familia un rato todas las noches. Los fines de semana le roba a su tiempo libre unas seis horas. A pesar de ello, Mario Armero asegura que concilia bien su vida familiar y laboral. 'Al menos en mi familia no hay quejas'. Habla con entusiasmo de los suyos, y ahí se engloba la familia y los amigos, pero también la empresa para la que trabaja. Si alguien le oye puede llegar a confundir a General Electric (GE) con el paraíso. 'De hecho mucha gente quiere trabajar en la empresa', afirma.Para ello, explica, hay que ser ante todo optimista, 'ser capaz de ver lo positivo y trabajar sobre lo negativo'. Ahí no queda todo. Un empleado de GE debe saber trabajar en equipo, tener voluntad de actuar pensando en el cliente, 'porque el líder será aquel que piense en él' y tener apertura de ideas.A pesar de que el año pasado, GE fue la cuarta empresa más admirada por sus empleados, según la encuesta Great Place to Work, Armero señala que son 'brutalmente exigentes'. Y añade que la política básica de la compañía es la meritocracia. 'Se valoran los logros de forma individual y colectiva. Se valora en equipo porque muchas personas tienen que desengañarse. Los resultados pasan por el trabajo colectivo. Todo tiene que estar interrelacionado'.Mario Armero considera que un ejecutivo debe saber escuchar ideas e iniciativas, pero también compartir información con su equipo. 'Mi estilo es de trabajar con las personas, creo en el esfuerzo colectivo más que en el mando absolutista'. Para terminar asegura que le gusta evadirse con un libro, preferentemente una novela de tensión y de suspense.

Archivado En

_
_