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Columna
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La guerra por otros medios

Cuentan los últimos viajeros llegados de Moncloa que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, en uno de sus recientes coloquios con el líder máximo del periodismo español Pedro J. Ramírez, apenas repuesto del asalto de las hordas independentistas a su domicilio, o mejor a su piscina, en Mallorca, estaba comentando el problema de la bicefalia que aflige al Partido Popular y que tanto complica las relaciones políticas con esa formación. Parece que fue entonces cuando su interlocutor le interrumpió para sumarse a esa opinión y subrayar el desastre que representaba el antagonismo entre Mariano Rajoy y José María Aznar. Pero el presidente inmediatamente le sacó del error para aclararle que al hablar de bicefalia se estaba refiriendo a él y a Federico Jiménez Losantos. O sea, que menos lobos caperucita.

Cualquiera que sea la suerte de bicefalia en que nos encontremos, lo cierto es que el ex presidente Aznar insinuaba el martes que ETA pretende seguir 'su guerra por otros medios'. Esa apreciación la formulaba al presentar el libro Secuestro, otra arma del terrorismo. El caso olvidado de Colombia. La ocasión le permitía asegurar que ETA no quiere la paz y que 'aprovechará todas las oportunidades que encuentre no para negociar la paz, sino para buscar la continuación de la guerra por otros medios'.

Así que el presidente de FAES se embarca en el intento de invertir los términos de la oración que escribió don Carlos Clausewitz en su celebrado libro De la guerra, a tenor de la cual 'la guerra es la continuación de la política por otros medios'. Pero semejante pretensión se compadece mal con el pensamiento del general prusiano porque ni es reversible ni de doble uso.

El ex presidente Aznar está obsesionado por marcar distancias con el presidente Rodríguez Zapatero

Observemos que para Clausewitz lo definitorio de la guerra era precisamente el recurso a los medios violentos. O sea que la violencia es una nota esencial, irrenunciable, del fenómeno a que nos referimos con el vocablo guerra. De manera que sin la utilización de la violencia no hay guerra que valga.

Así que puede pensarse en dos formas de política, según se excluya o se promueva, se renuncie o se utilice el recurso a la violencia. De donde resulta que la guerra queda subsumida como una segunda modalidad de la política. Mientras que es impensable un mismo proceder clasificatorio aplicado a la guerra, del que vendrían a resultar dos especialidades, la de la guerra con violencia y la de la guerra sin violencia. Porque, insistimos una vez más, sin la utilización de los medios característicos esenciales, es decir, sin violencia, sencillamente es imposible hablar con la más mínima propiedad de guerra.

En resumen, que la política puede hacerse también por medios violentos y entonces es cuando la llamamos guerra. Pero la guerra, toda guerra, es de imposible continuación si se renuncia al empleo de medios violentos, porque necesariamente deja, sin más, de ser guerra.

Nuestro Aznar, empeñado en una vida en paralelo, instala su tenderete en la proximidad del acontecimiento. Hace unos días prefería acudir a un conocido hotel de Nueva York para lanzar su particular inauguración del cursillito que compró con dádivas a la Universidad de Georgetown. Y el martes pasado buscaba desviar la atención que suscitaba el Estatuto de Valencia para lanzar una bengala de situación en el hotel Wellington a base de afirmaciones que parecen contradecir lo que nadie ha defendido.

El ex presidente Aznar está obsesionado por marcar distancias con el presidente Zapatero y se enroca en negar la legitimidad de cualquier indagación sobre las raíces del terrorismo y en sostener la absoluta unicidad de un fenómeno tan diversificado como el terrorismo.

Así que en la particular Congregación para la Doctrina de la Fe Aznarista en que se ha convertido la FAES, el propio Bush, antes tan admirado, empieza a ser considerado un 'cómplice intelectual del terrorismo', después de que (véase en estas mismas páginas la columna La conversión de Bush, aparecida el pasado viernes, 16 de septiembre) haya reclamado para vencer, además de las armas, las ideas.

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