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Tribuna
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En beneficio de todos

Xabier Irala / Gregorio rojo / Carlos Etxepare

Los presidentes de las tres cajas de ahorros vascas defienden aquí su proyecto de 'integración', en el que destacan ventajas económicas que ven incuestionables. A la vez subrayan que es un compromiso exclusivamente empresarial, por lo que se equivoca quien vea en él maniobras partidarias o inconfesables proyectos políticos

Es cierto que los presidentes de BBK, Kutxa y Caja Vital Kutxa mantenemos una química excelente en el terreno profesional y en el personal. Hemos invertido muchas horas de trabajo juntos con muy buena sintonía, pero siempre desde el rigor, la responsabilidad y la necesaria discreción.

Durante estos últimos meses hemos reforzado los lazos históricos de colaboración entre las tres cajas vascas. Trabajamos y lo seguiremos haciendo en el diseño de nuevas alianzas estratégicas que permitan reforzar la posición competitiva de nuestras entidades, su futuro empresarial y su compromiso social.

En una sociedad como la vasca, dividida y poco habituada a los consensos, casi todas las instituciones y fuerzas políticas han dado su visto bueno a la integración de la Kutxa, Caja Vital y BBK

Hemos tratado de anticipar escenarios, disponemos de análisis compartidos y hemos valorado la viabilidad de diferentes proyectos y alternativas, entre ellas, la fusión. Nosotros preferimos hablar, sin embargo, de 'integración' o de la creación de un holding económico-empresarial, respetuoso con la realidad sociológica y con la idiosincrasia de cada uno de los tres territorios.

Estamos, por tanto, ante una iniciativa sustentada en un compromiso exclusivamente empresarial, de construcción de país y en beneficio de los clientes alaveses, guipuzcoanos y vizcaínos. Tan es así, que hemos sido los gestores de las tres cajas los que hemos invocado la integración por estos motivos y los que apelamos al consenso para su consecución.

Cualquiera que pretenda entrever tras esta operación extrañas maniobras partidarias o la génesis de inconfesables proyectos políticos se equivoca de plano o actúa de mala fe. Hemos trabajado hasta ahora, y lo seguiremos haciendo, con prudencia y discreción. Pero aseguramos con rotundidad que el proceso es transparente y que no existen cartas ocultas ni trastienda alguna.

Es cierto que los cambios suscitan en ocasiones incertidumbres y recelos. Algo similar ocurrió a principios de los años noventa cuando nuestras respectivas cajas iniciaron en cada uno de los tres territorios un proceso de concentración que dio lugar a las actuales BBK, Kutxa y Caja Vital. El tiempo ha demostrado que aquellas operaciones fueron un gran acierto.

A la hora de escribir estas líneas nos mueve, por tanto, el deseo de tratar de centrar el debate en unos términos de racionalidad, de intentar suavizar las reticencias que aún persisten y de exponer los puntos fuertes de la operación a los clientes y clientas de las cajas, a los empleados y empleadas y a la sociedad vasca en general que, sin duda, nos demandan una mayor información. Queremos limar aristas y convencer con argumentos de los beneficios que podría reportar esta operación.

Partimos de una convicción fundamental: es necesario el consenso, porque una eventual integración de las tres cajas vascas no puede hacerse contra nadie, sino en beneficio de todos. Hablamos en clave de beneficio para los empleados, de beneficio para los clientes, de beneficio para cada territorio, de beneficio para el desarrollo económico e industrial del País Vasco, con el objetivo fundamental de generar valor social y valor económico en nuestro entorno.

No hemos querido entrar en el debate político que se suscitó antes de las vacaciones de verano, y no lo haremos en el futuro, porque no es esa nuestra función. Nos llama la atención, sin embargo, que en una sociedad como la vasca, profundamente dividida en los últimos tiempos y poco habituada a los consensos, hayan dado su visto bueno preliminar a la integración casi todas las instituciones y fuerzas políticas. Los sindicatos, todos, ven también con buenos ojos una operación, que ha sido acogida de forma muy favorable en círculos empresariales.

Nos congratulamos de que el proyecto de integración de las tres cajas vascas cuente, por primera vez, con más adhesiones que rechazos y de que se haya instalado la convicción de que esta iniciativa es hoy factible e incluso necesaria para amplios sectores políticos, económicos y sociales.

¿Por qué hemos pensado en la integración de las tres cajas vascas? Es un hecho que BBK, Kutxa y Caja Vital Kutxa muestran hoy una situación altamente saneada, con una elevada rentabilidad y una alta capitalización. Pero cabe preguntarse si esta situación va a ser sostenible en el tiempo, ya que en los últimos años, las tres entidades que presidimos han experimentado crecimientos en sus volúmenes de negocio inferiores a la media del sector. Por nuestra parte, estamos convencidos de que mantener esta envidiable situación no resultará sostenible a medio o largo plazo.

Los presidentes de las tres cajas hemos sentido en ocasiones impotencia cuando hemos negociado, por separado, el acceso a financiaciones que, finalmente, nos eran vetadas por el tamaño de nuestras entidades. Además, la creciente competencia de bancos, cajas y entidades no bancarias en nuestros mercados locales, la imparable globalización del mercado financiero, los procesos de desintermediación y liberalización o la aparición de nuevas tecnologías muy costosas obligan a plantearse, al menos, posibles procesos de concentración, de suma de fuerzas, que, además de producir las lógicas sinergias de costes, sirvan como palanca de crecimiento.

Si no realizáramos estos ejercicios de prospección, si no anticipáramos posibles escenarios, si practicáramos la política del avestruz, seríamos, simplemente, unos irresponsables. Las ventajas económicas de una integración son incuestionables. Nos permitirían afrontar, por ejemplo, una mayor diversificación de riesgos y negocios, acceder a proyectos empresariales de mayor dimensión, impulsar una gestión más eficiente de las participaciones industriales, ampliar la expansión en el exterior, obtener mayores recursos para las obras sociales, centralizar los sistemas informáticos y obtener claras sinergias de gestión.

La integración de Kutxa, Caja Vital y BBK supondría, en definitiva, la creación de la tercera caja de ahorros del Estado español por beneficios y patrimonio; y la quinta por balance consolidado y por número de empleados. Sería el inicio de un proyecto con una amplia visión de futuro, abierto a nuevas alianzas y adquisiciones. Según nuestras estimaciones, la integración permitiría duplicar el crecimiento de la actividad y del volumen financiero en un periodo de tres años, lo que redundaría en mayores y mejores resultados para la sociedad alavesa, guipuzcoana y vizcaína, a través de la aplicación del dividendo social.

Que nadie se engañe. Nuestras miras no están sólo puestas en el simple negocio, en el mero beneficio empresarial. Sabemos lo que son las cajas: de dónde vienen, dónde están, a dónde van. Una caja debe ser un banco con alma. Las que nosotros presidimos lo son. Lo seguirán siendo. Una gran Caja Vasca mantendría e incrementaría su carácter social y solidario y su responsabilidad empresarial.

Abogamos por un sistema descentralizado de gestión de la obra social, con presupuestos territoriales que permitan no sólo mantener, sino ampliar las partidas económicas y la cobertura social.

El eje principal de nuestra actuación continuará centrado en nuestros clientes. Una mayor diversificación y especialización en el servicio contribuirá a atender sus demandas de forma más eficiente. La expansión y la mayor especialización permitirán, además, mejorar y reducir los costes de los servicios. Una entidad integrada mantendría su solidaridad con los menos favorecidos, procurando evitar en todo momento su exclusión financiera.

Una Caja Vasca reforzaría su compromiso con los grandes y pequeños empresarios, con los comerciantes y con los autónomos y seguiría apostando, de forma decidida, por el desarrollo empresarial, industrial, tecnológico y de formación en nuestro país. Una caja de mayor tamaño podría ayudar más y mejor a las empresas de desarrollo regional. También seguiría empeñada en buscar soluciones a los problemas que más preocupan a nuestra sociedad, como la financiación de la vivienda social y de la vivienda en alquiler para jóvenes.

Un proyecto de integración de las tres cajas llevaría aparejado un mayor nivel de empleo y de oportunidades de futuro profesional para nuestros empleados, nuestro mejor activo. Una entidad unificada dispondría de más de 225 oficinas fuera del País Vasco, y duplicaría su red en un periodo de dos años, lo que implicaría un sensible crecimiento de empleo. Sólo en Francia se abrirían en cinco años más de 50 sucursales.

En definitiva, nuestro planteamiento se inspira en la cohesión, en la unión de tres, en una suma de igual a igual para crecer juntos, desde unos criterios de proporcionalidad y de distribución territorial adecuados.

Estamos firmemente convencidos de que la operación no funcionará si en los órganos de gobierno de la futura entidad no se reflejan la pluralidad y la idiosincrasia territorial de la sociedad a la que sirve. Queremos que la futura Caja Vasca sea un espejo fiel y real de nuestra sociedad.

Vivimos en un país tan plural y tan diverso, que cualquier decisión que sea adoptada en una eventual caja unificada deberá ser dialogada y negociada entre todos, de forma que ningún partido, territorio o entidad concreta pueda arrogarse el liderazgo.

Mantener activas las tres marcas actuales durante un periodo prudente de adaptación; impulsar las obras sociales con criterios territoriales propios; repartir las sedes de negocio desde el lógico prisma de la neutralidad fiscal o distribuir las áreas competenciales y de trabajo entre el presidente y los dos vicepresidentes ejecutivos, pueden ser sólo algunas fórmulas que garanticen el necesario equilibrio territorial.

La tarea es difícil y queda mucho por hacer. Pedimos, por tanto, a nuestros clientes y a la sociedad vasca en general que nos sigan dando un voto de confianza y que nos permitan seguir trabajando con discreción y responsabilidad. También pedimos a la clase política un esfuerzo para allanar el camino de un proyecto beneficioso para todos.

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