Colbert, en nombre del empleo en Francia
Cruzada en favor de la innovación industrial lanzada por Jacques Chirac en Reims; voluntad de Matignon de instaurar un sistema antiopa para proteger a las empresas francesas de la codicia extranjera: el Gobierno multiplica las iniciativas relacionadas con el mundo de la empresa a la vuelta de las vacaciones.
Por aquí, destina un millón de euros del erario público a la financiación de proyectos tecnológicos del sector privado. Por allá, trabaja en un decreto que evite, en nombre del interés nacional, que las joyas de la industria francesa caigan bajo control extranjero.
Dos iniciativas por una misma causa: el empleo. Preservar los puestos en las empresas estratégicas cuyos centros de decisión e investigación podrían ser deslocalizados.
Este activismo no hace más que alimentar la confusión sobre el papel del Estado. Confusión entendida como contradicción. Por un lado, estimula la competitividad y, por otro, protagoniza una vuelta al proteccionismo industrial, según hacen pensar las últimas declaraciones.
El papel de facilitador es el que esperamos prioritariamente del Estado de hoy en día. El de crear un entorno económico y fiscal favorable. De promover un mercado de trabajo más fluido y propicio a la iniciativa privada y local.