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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un histórico de la banca

Escalaba montañas. Y su fortaleza física y mental le acompañó hasta los últimos instantes de su vida. Rafael Termes, un histórico de la banca, mitad profesor y mitad banquero, siempre ligado al Banco Popular, al Opus Dei y al IESE, falleció ayer en Madrid a los 86 años después de haber dedicado su larga trayectoria profesional a defender la economía de mercado. Valedor de la libertad de la persona en todos sus sentidos, fue uno de los forjadores del actual sistema financiero español.

'Se podría estar de acuerdo con sus ideas o no, pero de su honestidad no quedaba duda', comentaba ayer un colega en la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas. No es mal cartel para un banquero.

Rafael Termes tuteló la banca española desde la presidencia de la AEB durante los trece años más críticos de su historia -entre 1977 y 1990-. Siempre al frente de la cruzada liberal, fue quien representó al sector a favor de la democracia en la condena del frustrado golpe de Estado de 1981. Notario excepcional del fin del statu quo y de los almuerzos de los Siete Grandes -un oligopolio que nunca reconoció-, también defendía en la actualidad la competencia entre los dos grandes grupos bancarios: 'El BBVA y el Santander están muy enfrentados, y eso es bueno. La competencia es sana', aseguraba para subrayar, a renglón seguido, que el tamaño no es un objetivo, 'se puede ser grande y débil y se puede ser pequeño y fuerte'.

No le faltaba razón a quien no se cansaba de recordar que hay que separar la actividad bancaria 'de lo que son otras cosas', y a quien siempre defendió que 'es bueno que quiebre todo aquel que tenga que quebrar' como única manera de proteger a los clientes, a los accionistas y a la sociedad de los temerarios y de los que se saltan la ética en los negocios.

De su experiencia, generosamente repartida, conviene quedarse con su lucha contra la demonización de los emprendedores. Su enseñanza más asumible es que hay que romper con el círculo vicioso de quienes minusvaloran el papel del empresario porque creen que es el Estado el que debe arreglarlo todo. Lo que Termes llamaba 'privatizar las mentes' para salir adelante.

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