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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Trabajar más para poder competir

En 1870, la jornada laboral media era de 3.000 horas anuales. Tras varias revoluciones, el número de horas de trabajo pactadas por empresas y sindicatos se redujo en más de 1.000 anuales en todos los países industrializados. En Europa oscila ahora entre 1.550 y 1.800, una cifra sustancialmente inferior a la de japoneses y estadounidenses, que destinan al trabajo entre 1.850 y 2.000 horas al año.

La tendencia empieza a cambiar, sin embargo, debido sobre todo a la creciente presión ejercida por los países de Europa del Este y por algunas economías asiáticas. En China, la legislación establece que los trabajadores no deben trabajar más de 44 horas por semana. Sin embargo, en sectores como el textil abundan las jornadas de 70 horas semanales.

Las grandes multinacionales y algunas patronales llevan algún tiempo presionando a los sindicatos para que se incrementen las jornadas a cambio de mantener la producción y el empleo en los países europeos. En Alemania, los empleados de dos fábricas de teléfonos móviles de Siemens aceptaron elevar la jornada semanal de 35 a 40 horas (sin aumentar el salario) a cambio de mantener los puestos de trabajo. Y el poderoso sindicato del metal aceptó el año pasado que se incremente la jornada cinco horas, tras veinte años de vigencia oficial en el sector de la semana de 35 horas. En Francia, el fabricante de electrodomésticos Bosch acordó con los sindicatos aumentar una hora más la jornada semanal a cambio de que una fábrica de las cercanías de Lyon no fuese trasladada a la República Checa. Ejemplos similares se han producido a lo largo y ancho del Viejo Continente durante los últimos años.

En España, el revuelo provocado por la fuga de algunas empresas emblemáticas (Samsung, Lear, Valeo, Panasonic, Levi's...) también parece haber tenido efecto en el ánimo de empresas y sindicatos. El mensaje de que un recorte progresivo de la jornada es insostenible ha calado en el ánimo de los agentes sociales y el pasado año se incrementó la semana laboral pactada en convenio por primera vez desde 1997.

En 2004, la jornada media acordada en los convenios fue de 1.756,8 horas, cuatro más que el año anterior. Y en lo que va de año, esta tendencia al alza se mantiene: en junio pasado, la jornada era de 1.760 horas, otras cuatro más que el año pasado.

Los empresarios argumentan que la reducción de la jornada daña la competitividad de las empresas. Los sindicatos aducen que el verdadero motivo de la falta de competitividad es la pobreza de la estrategia empresarial, que se centra casi exclusivamente en el progresivo ahorro de costes. Como suele ocurrir en estos casos, ambos tienen su parte de razón.

Ni era sostenible continuar con el progresivo recorte de jornada ni las empresas pueden centrar toda su estrategia competitiva en aumentar las horas de trabajo y congelar (o reducir) los salarios. La reorganización del tiempo de trabajo será clave para garantizar la competitividad de nuestras empresas, pero además hay que innovar, abrir nuevos mercados, crear marca y mejorar procesos. No basta con trabajar más, también hay que trabajar mejor.

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