Tribuna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las tribunas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

El eslabón perdido en la sociedad de la información

La Unión Internacional de las Telecomunicaciones (UIT), organismo dependiente de la ONU, tiene entre sus misiones el aplicar las telecomunicaciones para promover el desarrollo equilibrado y sostenible de los países en desarrollo. Veamos cómo ha ido adaptando sus planes de actuación al cambio tecnológico y social. Hace 20 años publicó el informe Maitland, El Eslabón Perdido, donde mostraba la correlación entre la riqueza de los países, su PIB, y el desarrollo de sus telecomunicaciones (por ejemplo, la penetración telefónica en líneas por 100 habitantes). Con estudios de casos concretos se concienció a los países a modificar sus prioridades de inversión y a actuar activamente en telecomunicaciones.

Actualmente se puede observar cómo algunos países han dado un gran salto en su desarrollo, unido a un proceso exitoso de industrialización, mientras otros, aun mejorando cualitativamente, no llegan a reducir su diferencial con los países más avanzados. La penetración telefónica no ha crecido espectacularmente, pero las comunicaciones móviles, que nunca estuvieron entre las líneas de actuación de la UIT, han sobrepasado en penetración a las líneas fijas. ¿Se equivocó en la forma (el instrumento desarrollista) u olvidó algo en el fondo (otros componentes para la creación de riqueza)?

El cambio tecnológico y social ha hecho modificar la orientación de sus actuaciones, ahora bajo el concepto de brecha digital. El año pasado celebró una cumbre mundial sobre la sociedad de la información (SI) que aprobó una declaración de principios y un plan de acción para llevar los beneficios de las tecnologías de la información y la comunicación (TIC) a los países en desarrollo. En ese plan de acción se inscriben 10 objetivos concretos, seis sobre el uso de las TIC para conectar centros: educativos, científicos, administrativos, sanitarios, culturales y aldeas, y crear centros de acceso comunitario; dos de acción política sobre la adaptación de los programas educativos a la sociedad de la información y el fomento del desarrollo de contenidos y de la presencia y utilización de todos los idiomas en la red, y dos posibilistas, como velar por que todos los habitantes del planeta tengan acceso a servicios de radio y televisión y asegurar que más de la mitad de éstos tiene acceso a las TIC.

El problema de los programas de promoción de la sociedad de la información es que se orientan del lado de la oferta

Ya no se promueve invertir en infraestructuras de comunicación generalizada sino selectivamente en centros que ofrecen algún servicio público, relegando así el objetivo de universalidad. Se propone actuar sobre las nuevas generaciones para inducir un cambio social, y sobre la traslación de los valores culturales a soportes electrónicos, pero ignorando a las generaciones actuales. Y se le da un peso relativo al valor de la información difundida en un mundo globalizado.

Aparecen considerados dos nuevos componentes hasta ahora olvidados: el ciudadano, usuario potencial de esos centros, y la cultura autóctona, como posible valor de integración social. A pesar de ello creemos que aún faltan componentes para cerrar el círculo y alcanzar el objetivo desarrollista, y que quizá debieran estimarse.

Las TIC son sólo instrumentos, de utilidad nula sino se sabe usarlos o no hay materiales físicos o virtuales sobre los que aplicarlos. Pueden mejorar la producción, la distribución y el uso de bienes y servicios, pero el problema de los países en desarrollo es que sus producciones son poco variadas, con productividades menores que las de los países avanzados, y que no crecen suficientemente o su demanda está en recesión. Esos países carecen de una cultura empresarial o emprendedora capaz de crear nuevas líneas de producción soportadas en las TIC. Las tecnologías son adoptadas autónomamente por los ciudadanos que encuentran un valor en su uso (por ejemplo, los móviles) y no pueden ser impuestas, máxime si no se domina su uso. ¿Habría un efecto desarrollista si se diera a cada hogar una caja de herramientas o un PC? Posiblemente un análisis coste-beneficio recomendaría otros usos mejores del capital.

Creemos que el gran problema de todos los programas de promoción de la SI es que se orientan exclusivamente desde el lado de la oferta, creando mercados para las TIC que benefician a los países más desarrollados, pero sin entender y actuar sobre las carencias y necesidades reales (demanda) de los ciudadanos y empresas. Este es el verdadero eslabón perdido de la SI.

Archivado En