Lo que le queda al año bursátil
La Bolsa ha sorprendido, para bien, en lo que va de año. El Ibex gana un 10,6% desde enero, más de lo que los analistas esperaban para todo el ejercicio. Este buen comportamiento se apoya en una muy buena salud de las empresas, que han publicado alzas de resultados en el primer semestre, y en la percepción de que la economía global va a seguir creciendo en los próximos trimestres o incluso se acelerará. Los mayores países europeos están saliendo del estancamiento -no es el caso de España, que crece al 3,4%- y el dinamismo de Estados Unidos y de economías emergentes como China o India es suficiente para tirar de la actividad mundial y de los mercados bursátiles. El mercado no se ha asustado por el elevado precio del petróleo, que, por otro lado, ha impulsado los precios de valores del sector energético, ni tampoco por el ritmo de subidas de tipos en EE UU.
Así las cosas, ¿qué puede deparar el resto del año? Los analistas consultados por este periódico coinciden en que el posible recorrido alcista que queda en la Bolsa está en los grandes valores, en especial el grupo Telefónica y los bancos Santander y BBVA. Los precios objetivos que los expertos fijan para los gigantes del mercado aún están por encima de los precios actuales, mientras que los pequeños y medianos valores podrían estar ya sobrevalorados. Se rompería así la dinámica de los últimos años, en que las compañías menores mejoraron el desempeño de las grandes, una inercia propia de periodos de recuperación, mientras que en una fase más madura del ciclo económico deberían ser los blue chips los beneficiados. Este tipo de estrategias generales, en todo caso, deben ser puntualizadas, porque lo más razonable es buscar valores concretos con solidez en su negocio y potencial de crecimiento. La fuerza de la Bolsa en lo que queda de año dependerá, sobre todo, del vigor de la economía, de las fusiones y adquisiciones -este agosto está siendo animado en Europa y EE UU- y de la confianza de los inversores, que se ha ido recuperando de forma sostenida después del escarmiento de los años de la burbuja.