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Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Nacionalismo empresarial

Aún hay barreras a las concentraciones transnacionales de grandes empresas, sobre todo en sectores estratégicos. La petrolera china CNOOC ha comunicado que se retira de la puja por la compañía estadounidense Unocal, lo que deja vía libre a Chevron, también norteamericana, para liderar una fusión. CNOOC había presentado la oferta más alta, 18.500 millones de dólares, pero se vio forzada a retirarse por la 'oposición política y legislativa sin precedentes' encontrada en EE UU.

Las fuerzas políticas estadounidenses se habían movilizado para evitar que la novena petrolera del país cayera bajo control chino. Miembros de los partidos republicano y demócrata habían aprobado iniciativas en el Congreso para que el Gobierno de Bush vetara la operación. El argumento más repetido en Washington apelaba a la seguridad nacional, puesto que CNOOC está controlada por el Estado chino, una dictadura. En realidad, Unocal no es tan estratégica, puesto que tiene sus mayores reservas en el exterior, en concreto en Asia, pero se impuso la visión más defensiva.

Es comprensible, desde un punto de vista más político que económico, la polémica en torno a CNOOC. En el fondo está la desconfianza entre las dos potencias que rivalizarán por la hegemonía mundial en las próximas décadas. Pero, además, en las economías abiertas no se ve con buenos ojos que sean empresas públicas de otros países más cerrados las que adquieran activos importantes, un razonamiento que fue invocado en su día por el anterior Gobierno español para frenar la entrada de æpermil;lectricité de France.

Menos explicación tiene que el Gobierno francés haya adoptado una actitud agresiva ante la posibilidad de que la norteamericana Pepsico lance una opa sobre Danone. El Ejecutivo dejó claro que actuaría en defensa de su emblemático grupo alimentario, cuya venta se consideraría una derrota nacional. Y lo que ya no se entiende es que este tipo de trabas políticas se pongan entre socios de la UE, como ha sido el caso de Italia, donde el español BBVA y el holandés ABN Amro querían tomar posiciones en la banca nacional. El sector financiero italiano es especialmente vulnerable a ofertas de compra debido a su atomización y menor eficiencia, así que fuerzas públicas y privadas se aliaron en defensa de la 'italianidad' de la banca.

Bruselas hizo lo que debía advirtiendo a Italia de que estudiaría cualquier obstáculo hacia el BBVA en la batalla por el control de BNL, pero no basta con los avisos. Por el momento el banco español se ha retirado de un proceso en el que se encontró reiteradas zancadillas y el futuro de Antonveneta, por quien pujaba ABN, pasa por los tribunales, que han inmovilizado un 40% del capital. Conversaciones grabadas sobre este último caso han sacado a la luz la parcialidad de Antonio Fazio, el gobernador del Banco de Italia, expresada sin disimulos al consejero delegado de BPI, Gianpiero Fiorani, suspendido en sus funciones por una juez.

La UE debe empeñarse en desmontar el entramado de intereses que intenta, sobre todo, bloquear la competencia en sectores abiertos. Pueden existir motivos -discutibles- para oponerse a las inversiones estatales de China. No puede haber ninguno para poner trabas dentro de un pretendido mercado único.

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