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Crónica de Manhattan

Euforia fiscal

George Bush dijo el miércoles: 'Tenemos buenas noticias'. El presidente explicó que, gracias a un notable incremento de los ingresos fiscales, el déficit de este año será de 333.000 millones de dólares frente a los 412.000 de 2004. Son cálculos de la Oficina del Presupuesto de la Casa Blanca (OMB) que revisa a la baja un agujero que en febrero previó que fuera de 427.000 millones. 'Es la prueba de que los recortes de impuestos funcionan', asegura Bush.

En la OMB dicen que el presidente cumplirá su promesa de llegar a 2009 con la mitad del déficit previsto en 2004.

Son buenas noticias, pero salvo en la Casa Blanca, nadie sacó el champán de la nevera.

Los economistas de la Concord Coalition, formada por expertos que abogan por el equilibrio del presupuesto, explican que no hay motivos para la euforia.

Estos señores dicen que el aumento de los ingresos, que provienen sobre todo del impuesto de sociedades, 'pueden ser atribuidos a factores temporales asociados a la buena evolución de las Bolsas, el vencimiento de provisiones fiscales favorables, a la depreciación acelerada de activos y a un incentivo excepcional a la repatriación de beneficios en el extranjero'.

Andrew Tilton, de Goldman Sachs, coincide con este análisis y en una nota a clientes detalla que 87.000 de los 94.000 millones en los que se reduce el déficit con respecto a la anterior estimación, provienen del incremento de los ingresos, cuya base es 'poco sostenible'. El resto, son recortes de gastos. Es decir, que no hay un arreglo presupuestario estructural.

Así las cosas, muchos analistas se muestran muy escépticos con respecto a las cifras de futuro ya que la OMB espera altos ingresos mientras se relaja la presión sobre el recorte de gastos. 'Todas las mejoras deben venir de los ingresos', lee Tilton en las previsiones.

Además, las proyecciones no contemplan la reforma del AMT, un impuesto diseñado para la clase alta en 1970 que no se ajusta a la inflación y afectará a buena parte de la clase media si no se remedia. De momento, hay consenso para su reforma. Tampoco se prevé un gasto coherente con el de otros ejercicios para financiar la llamada 'guerra contra el terrorismo'.

Por el lado de los gastos se mantienen los grandes retos. Entre ellos, la financiación de la sanidad para la tercera edad y los pobres (Medicare y Medicaid), cuyas necesidades crecen conforme se vayan jubilando los baby boomers, y pondrán en aprietos a EE UU a partir de 2010.

En la Concord Coalition preocupa que Bush atribuya el recorte del déficit a sus rebajas de impuestos y temen que la victoria que cantan los defensores de la tesis de la supply-side animen al Congreso a hacerlos indefinidos.

Incluso algunos miembros de la Administración han sido cautos a la hora de reconocer todo el mérito a los recortes de impuestos. El presidente del Consejo de Asesores Económicos, Ben Bernanke, dijo la semana pasada que 'no hay suficiente información para llegar a esta conclusión'.

Otros economistas señalan que además de estímulos fiscales también los ha habido monetarios y el provisto por la débil divisa. 'Hay muchas piezas y no es fácil ser preciso en este punto. Cualquier cosa que se diga es una conjetura', dice Douglas Holtz-Eakin, director de la Oficina del Presupuesto del Congreso y ex asesor económico de Bush entre 2001 y 2003, los años de los recortes.

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