Aún nos queda Google
De cuando en cuando los astros se alinean de alguna extraña manera y se suceden acontecimientos que unos llaman casualidad y otros no se sabe qué. El caso es que en estos días acontecen dos hechos que, en mayor o menor medida, simbolizan el final de la burbuja de finales de los noventa.
De un lado, hoy es el último día en Bolsa de Terra Networks, el mayor exponente español de la explosión del capitalismo popular. Probablemente, también, el mayor fracaso de ese exacerbado despertar del español de a pie a la inversión en Bolsa.
El otro hecho acaecido tuvo lugar el miércoles en Estados Unidos. Un juzgado de Manhattan ha condenado a 25 años de cárcel al ex presidente de Worldcom, Bernard Ebbers, por conspiración, fraude y falsedad de documento.
Worldcom es otro ejemplo de una fulgurante carrera que termina en fracaso. La compañía telefónica pasó en dos años, de 1997 a 1999, de ser una desconocida a lanzar una opa por la tercera teleco estadounidense tras una agresiva estrategia de adquisiciones. Tres años después se declaraba en quiebra y afloraba uno de los mayores agujeros contables de la historia.
Así, pues, una compañía se va de la Bolsa, y otra, su presidente más bien, es condenada por los excesos de los noventa. De repente es como si con estos dos casos se cerrara definitivamente un capítulo de la historia financiera.
De no ser por Google. El buscador de Internet, aun siendo del mismo sector, representa hasta el momento todo lo contrario que Terra y Worldcom. Una historia de éxito, en cifras y en comportamiento bursátil, que tiene boquiabiertos a los analistas. La compañía se ha revalorizado casi un 260% desde su salida a Bolsa hace un año. La acción ha superado los 300 euros y los analistas aún le dan recorrido.
A diferencia de la época de la burbuja, las previsiones de los bancos se basan en análisis fundamentales que valoran de la compañía la solidez de sus ingresos y beneficios. Lo que en aquella época de excesos no sucedía, precisamente.