¿Hacia dónde van los fondos?
Vivimos sin duda un momento de cambio en el sector de gestión de activos. La industria está experimentando un cambio fundamental sobre todo en el continente Europeo.
En las décadas de los ochenta y noventa la gestión de activos era un negocio sin complicaciones. La gama de productos de renta variable se concentraba en los principales productos domésticos o globales de toda la vida, productos poco imaginativos en general, y productos de renta fija que básicamente se limitaban a invertir en emisiones gubernamentales. Por otro lado, la distribución en los principales mercados estaba prácticamente cerrada a proveedores externos, y había pocos incentivos para cambiar; después de todo, ¿por qué cambiar tus modelos cuando las ganancias eran de doble dígito?
En gran medida y a raíz de los decepcionantes resultados en renta variable a finales de los años noventa y principios de siglo, y la famosa burbuja tecnológica, tendencias radicalmente distintas enmarcan ahora la industria de gestión de activos. Uno de los principales motores del cambio es la arquitectura abierta. Poco a poco los bancos y compañías de seguros que controlan la distribución en Europa están abriendo sus puertas a un selecto número de proveedores externos. Los criterios de selección para elegir estos proveedores son estrictos. Los distribuidores no se contentan con tan sólo mirar el historial y la actuación del proveedor; también buscan proveedores con una diversa gama de soluciones que puedan ser adaptadas a las necesidades del cliente y ofrezcan un servicio de primera clase.
Conviene echarle un vistazo a las nuevas tendencias. Cada vez más, inversores institucionales y particulares buscan invertir en productos de retorno absoluto por un lado, y productos de alpha superior por otro. Cada vez más, están buscando soluciones a medida más que estandarizadas, que puedan reflejar los diferentes perfiles de riesgo de sus clientes. Sobre todo, tanto inversores particulares como institucionales quieren una amplia gama de productos para elegir, y una amplia gama de productos solo se encuentra a través de la arquitectura abierta. Esta modalidad que no es más que una plataforma donde el inversor puede encontrar, estudiar y comprar fondos de muchas gestoras, tiene la ventaja de poder dar acceso a los mejores fondos de las mejores gestoras, lo que los anglosajones llaman best of breed.
La pregunta clave es: ¿continuará el cambio a este ritmo? ¿O volverá la industria a ser lo que era, ahora que los mercados de valores se han recuperado? Mi opinión es que sería muy difícil volver hacia atrás. La industria entera está experimentando un cambio estructural, producido no sólo por una arquitectura abierta sino también por un cambio de actitud a la hora de invertir. Para aquellas firmas que quieren mantenerse en una posición de liderazgo, ahora es el momento de adaptarse al mercado y satisfacer las necesidades reales de los inversores. Porque el inversor, el cliente, tiene hoy en día un mayor y mejor acceso a información y se siente, cada día más, mejor preparado para tomar sus propias decisiones a la hora de invertir. Si quiere lo mejor puede, a través de la arquitectura abierta, encontrar y comprar lo mejor.
Y todos estos cambios de tendencia y de mercado están perfectamente reflejados en el mercado de ahorro en España. Personalmente me asombra ver cómo ha cambiado nuestro mercado en tan pocos años. Al llegar a España en 1998 se me abrían muy pocas puertas, de los fondos internacionales se hablaba menos y en general se pensaba que la arquitectura abierta era una vivienda compartida en la playa. Las gestoras internacionales presentes en España se han adaptado al mercado local, han aprendido la importancia de colaborar con las entidades financieras domésticas y han aportado un valor añadido en el sentido de nuevos productos, niveles de servicio y transparencia de información. A medida que va creciendo el volumen del mercado en su totalidad, va aumentando también la cuota de mercado que representan las gestoras internacionales. Y cada día el inversor español demanda más, quiere conseguir una mayor rentabilidad y empieza a fiarse más de sus propios criterios que de las recomendaciones que le puede hacer el intermediario de turno. ¿Cambiará más? Estoy convencido de que sí, y creceremos todos más, y la clave será siempre ofrecer el mejor producto y el mejor servicio.