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Tribuna
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El G-8 está obligado a ser realista

La economía ha podido ser uno de los objetivos del brutal atentado terrorista de Londres. La reunión de los países más ricos del mundo en Gleneagles (Escocia). El comienzo de la presidencia semestral de la UE, y el objetivo prioritario que se ha propuesto de reactivar la economía de los países con un dinamismo bastante inferior en estos momentos al que está teniendo la economía británica. Incluso la elección de Londres para organizar los Juegos Olímpicos de 2012, con los beneficios económicos que este acontecimiento puede reportar, hace pensar que los terroristas, al escoger la sede financiera más importante de Europa, y esta fecha, además de la notoriedad mundial que en estos momentos tiene Londres han querido aprovechar también las repercusiones que su criminal acción pudiera tener sobre las economías más desarrolladas.

Los efectos inmediatos no han tardado en hacerse sentir en ese termómetro tan sensible de la economía como es la Bolsa. Como en otras capitales del mundo, en Madrid han bajado también todos los índices, porque los inversores se retraen a invertir por la inseguridad colectiva, y algunos valores importantes han tenido pérdidas cercanas al 4%. El precio del petróleo, que es otro indicador económico muy sensible, ha perdido también hasta dos euros en la cotización de referencia del barril Brent. Otras consecuencias económicas a corto plazo podrían ser la disminución del turismo en Reino Unido y el aumento de los gastos de todos los países en seguridad. ¿Significan estos datos que los terroristas han conseguido uno de los objetivos que quizás se propusieron al planear estos atentados?

Es posiblemente muy aventurado pensar que en las estrategias terroristas se definen objetivos concretos más allá que los de causar destrucción y dolor a ciudadanos inocentes para demostrar que siguen activos en busca de metas utópicas. Pero si además de este propósito general intentaran objetivos parciales, como el que hemos indicado de hacer daño a las economías de los países más ricos del mundo, pensamos que por aquí poco van a conseguir.

Tras los grandes atentados anteriores, la dinámica económica se recuperó a medio y largo plazo

Los valores negativos de los indicadores mencionados muestran sólo una primera reacción de las sensibilidades de los agentes económicos pero, como ha ocurrido en todos los atentados terroristas de estos últimos años, la dinámica económica se ha recuperado a medio y largo plazo, y en las previsiones económicas de los expertos nadie atribuye a los atentados del 11-S o del 11-M las dificultades que puedan tener las economías de los países respectivos, que afortunadamente están teniendo resultados más favorables que otros países que no han sufrido ataques parecidos. Esto no significa, sin embargo, que la inseguridad colectiva no sea un clima poco favorable para la actividad económica y que a medida que se añaden más acontecimientos de este tipo en diversas partes del mundo esa inseguridad no aumente.

Lo que hemos de desear, ofreciendo todos la colaboración que podamos, es que por motivos principalmente de carácter humanista, y no sólo por las consecuencias económicas inmediatas, se acierte con una estrategia eficaz para vencer al terrorismo. Por desgracia, en este terreno es evidente que se puede hacer mucho más de lo que se está haciendo.

En las declaraciones de los responsables políticos, Tony Blair, George Bush, Josep Borrell, José Luis Rodríguez Zapatero, se insiste acertadamente que el terrorismo no va a cambiar los valores occidentales de la democracia y la libertad, pero no estaría de más que se insistiera también en el valor de la justicia y que de la reunión del G-8 salieran programas realistas para combatir el hambre en África y en las demás partes del mundo.

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