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Tribuna
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Más coordinación internacional

Pero, ¿de verdad mayor coordinación internacional? Siempre es encomiable. Charlando se entiende la gente. Y ya es positiva la intención, como para no darle importancia en caso de obtener algún tipo de resultado. Y es que en un mundo tan global, la coordinación es imprescindible. El G-8 que empezó ayer en Gleneagles (Escocia) es un buen ejemplo de estos intentos de coordinación. El hecho de que la reunión sea en Escocia y esté presidida por Tony Blair, actual presidente de la Unión Europea, le da un tinte especial. ¿Se trasladarán una parte de las discusiones actuales dentro de la Unión Europea al G-8? Lo temo.

Comenzó ayer, aunque las conversaciones oficiales no empiezan hasta hoy. En principio, los numerosos temas a tratar se pueden estructurar en dos partes: la ayuda al desarrollo, que incluye la discusión sobre la condonación de la deuda con los países pobres africanos, el posible apoyo financiero a programas de desarrollo y hasta la reducción de subsidios a la agricultura en los países desarrollados. El segundo grupo de temas es muy heterogéneo, desde el calentamiento global del planeta hasta los mercados financieros. Además del G-8, han sido invitados a la reunión los Gobiernos de Brasil, China, Sudáfrica y México. Obviamente, también los Gobiernos de los países africanos directamente afectados por las conversaciones. Sin duda, una reunión global que tratará temas que nos afectan de forma directa o indirecta a todos.

Hecha la presentación general, llega el momento de citar las probabilidades de que surjan acuerdos. Y es que las posiciones sobre los temas más relevantes están demasiado divididas como para que en estos momentos se puedan anticipar las conclusiones (o que haya conclusiones). Por ejemplo, podría haber coincidencia sobre los efectos nocivos de las emisiones de gases a la atmósfera. Pero la probabilidad de que esto se refleje en decisiones concretas para evitarlos es muy baja.

Es fácil sentirse escéptico sobre la posibilidad de alcanzar soluciones comunes en la reunión que el G-8 celebra en Escocia

También podría haber poca discusión sobre la necesidad de que China flexibilice su tipo de cambio. Aunque de tanto repetirlo en el pasado, con las autoridades chinas rechazando que puedan tomar decisiones ante la presión internacional, una nueva petición podría tener un impacto marginal en los mercados. Esto, por no citar un tema tan conflictivo en estos momentos como la liberalización del comercio mundial, ahora con una nueva tensión entre China y las autoridades europeas sobre el calzado.

El crudo es otro tema recurrente en estas reuniones. Ya sabemos las conclusiones: petición de más transparencia del mercado, más inversión en la producción y en la capacidad de refino. ¿Hay disposición política para aumentar la capacidad de refino en los países desarrollados? ¿Por qué no invierten en aumentar la capacidad de producción las petroleras? Las peticiones se pueden quedar en el aire, una vez más. Una mayor regulación sobre los hedge funds será una de las aportaciones más relevantes desde el Gobierno alemán. Pero ya hemos escuchado cómo otros Gobiernos no comparten la misma inquietud. Varios miembros de la Fed lo han dicho de forma muy clara en los últimos meses.

Quedan los temas diplomáticos. Irak, el riesgo nuclear de Irán, de Corea del Norte, la situación en Zimbabue, la inestabilidad en el Líbano. Sin duda, muchos temas conflictivos a tratar. ¿Se dan las condiciones para alcanzar acuerdos? ¿De qué tipo? Francamente, muy impreciso.

Siempre nos queda la referencia sobre la necesidad de superar los desequilibrios actuales. Me refiero al elevado déficit por cuenta corriente de EE UU y al escaso crecimiento de la demanda doméstica en la zona euro y Japón. El Secretario del Tesoro de EE UU se comprometerá a continuar con el ajuste de las finanzas públicas, cuando la Fed propiciará con tipos oficiales más altos un aumento del ahorro familiar. Mientras, los Gobiernos europeos y el japonés se empeñarán en repetir que tomarán las medidas adecuadas para incentivar la demanda interna de sus economías. ¿Qué medidas? En la zona euro, por el momento, lo único que escuchamos son peticiones para una mayor coordinación entre el Eurogrupo y el Banco Central Europeo, cuando no una petición directa a la autoridad monetaria europea para que recorte de nuevo los tipos oficiales. Mientras, en Japón el Gobierno se prepara para eliminar algunas de las medidas expansivas del presupuesto en los próximos meses iniciando de esta forma la reducción del elevado déficit público. Y el Banco de Japón reitera que mantendrá la política monetaria actual de cantidades hasta que se haya superado la deflación. Algo habitual, ya saben.

Lo dicho: la coordinación es necesaria. Conocer los problemas mundiales hará que observemos los propios, que contribuyen a los primeros, bajo otra perspectiva. Es de desear que al final de tanta discusión salgan soluciones concretas. Es en interés de todos. Pero también es fácil sentirse escéptico sobre la posibilidad de estas soluciones en estos momentos. Es un proceso que en muchos casos aún no está maduro.

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