Los ricos de Londres muestran su éxito con la cuenta del menú
En los últimos meses, la frase 'comida para ricos' ha comenzado a adquirir un nuevo significado. La buena mesa se ha convertido en la última frontera del consumo conspicuo y los ricos están buscando nuevas formas de exhibir su éxito.
Zuma, un restaurante del distrito de Knightsbridge en Londres, ha introducido en su menú una hamburguesa que cuesta 83 euros. El restaurante calcula que cada bocado cuesta más de seis euros. El manjar está hecho de ternera Wagyu, importada de Nueva Zelanda donde las vacas se alimentan con cerveza y se cuidan hasta que pesan más del doble de su peso medio, dicen en el local.
'Es un precio legítimo para un producto excelente. Se supone que la ternera Wagyu es la mejor del mundo'', afirma Russell Norman, gerente del restaurante. 'No importa si llega a tu mesa como filete o como hamburguesa; sigue siendo la mejor''.
'La gente está dispuesta a pagar más que antes, pero lo hacen por calidad e innovación. Esperan que precio y producto se correspondan', dice un restaurador
El costoso bocado de Zuma convierte la guerra de las hamburguesas de Nueva York en 2003 en una simple escaramuza. Dos restaurantes -DB Bistro Moderne y Old Homestead- lucharon para ver quién podría servir la hamburguesa más cara. El ganador fue DB Bistro Moderne, aunque a 41 euros la hamburguesa parece ahora una ganga.
En el distrito londinense de Mayfair, el centro de las miradas es un restaurante llamado Sketch, no por un producto concreto, sino por elevar los precios a nuevas cotas. 'Decir que es caro es como decir que Dolly Parton es una chica bastante grande'', dijo el periódico The Observer. Si bien Sketch ha moderado sus precios desde entonces -una ensalada de marisco cuesta unos 29 euros y el cordero de Norfolk vale en torno a 39 euros- sigue siendo un sitio caro.
'La gente está dispuesta a pagar más que antes, pero lo hacen más por calidad e innovación. Esperan que el producto se corresponda con el precio'', asegura Mourad Mazouz, gerente de Sketch. 'Además, cada vez se viaja más al extranjero. Ahora los clientes reconocen distintas gastronomías y cuando las encuentran en su propio mercado tienen un mejor entendimiento de alimentos y bebidas internacionales''.
Un restaurante chino llamado Kai, también en Mayfair, ofrece un tazón de sopa por 163 euros. Los ingredientes incluyen oreja marina, aleta de tiburón, pepino de mar, vieira seca, pescado y setas chinas. Y hay que encargarla con cinco días de adelanto.
A los clientes no parece importarles el precio. 'Generalmente voy a un restaurante por el ambiente o porque un amigo lo ha recomendado'', dice John Thorn, de 37 años, que ha comido dos veces en Sketch. 'Tendría que ser muy caro para echarme para atrás''. 'No me importa pagar por un buena comida'', dijo Laura Sutton, de 32 años y cliente de Zuma.'Hay algunos restaurantes en los que se paga demasiado por una calidad mediocre, pero éste no es uno de ellos''
Aún así, referirse a estos platos como simple comida es no entender la cuestión. No es una coincidencia que Sketch y Kai estén en Mayfair, epicentro del mercado de fondos de alto riesgo. Ninguno de estos negocios está para alimentar a los clientes. Forman parte de la industria del estatus y esta tiene una lógica propia.