Algunas aguas vuelven a su cauce
El comportamiento de los mercados no es predecible. La economía no es una ciencia exacta. Los mercados cotizan expectativas de futuro que pueden o no llegar a ser una realidad. Por no hablar del componente psicológico de los inversores.
Sin embargo, observando evoluciones pasadas y aplicando cierta lógica y ciertos fundamentos económicos, sí se pueden aventurar reacciones de ciertos activos a ciertos estímulos.
Se puede predecir, por ejemplo, que la Bolsa puede caer y la divisa subir cuando se anuncian subidas de tipos.
Algunos activos mantienen una correlación muy estrecha, como el dólar y el oro, por ejemplo. O los tipos a corto y a largo. En las últimas semanas esta correlación se ha llegado a romper sorprendiendo incluso a las autoridades monetarias. El presidente de la Reserva Federal, Alan Greenspan, obligó a media comunidad financiera a mirar en el diccionario la palabra conundrum cuando definió así el comportamiento de los bonos. El conundrum, el enigma, a que se refería Greenspan era por qué caían los tipos de interés de la deuda a largo plazo cuando él estaba subiendo los tipos a corto y había anunciado que iba a seguir haciéndolo. Si se espera que en el futuro suban los tipos a corto, lo lógico es que los tipos a largo plazo también lo hagan.
Otra sorpresa para el mercado fue la ruptura de la correlación inversa entre el dólar y ciertas materias primas como el petróleo e incluso el oro, tradicional activo refugio cuando cae la divisa estadounidense.
Muchas veces estos comportamientos son movimientos breves generados por situaciones anómalas. Otras veces, como señaló Greenspan, obedecen a nuevas fuerzas que han irrumpido en el mercado cambiando las reglas del juego. Por cierto que aquí la culpa siempre la tienen los hedge funds.
Lo cierto es que en los últimos días parece que las aguas vuelven a su cauce: las materias primas han retomado su devenir contrario al dólar y los tipos a largo han salido de mínimos para iniciar una remontada notable. Como debe ser, vamos.