Reino Unido desoye a sus socios y aplaza el referéndum de la Constitución
Jack Straw, ministro británico de Exteriores, confirmó ayer ante la Cámara de los Comunes que el Reino Unido no celebrará el año que viene el referéndum sobre la Constitución europea. La decisión, unida al no de los referendos francés y holandés, supone la congelación indefinida del proceso de ratificación de la Carta Magna.
Londres no ha esperado al Consejo Europeo del próximo 16 de junio para tomar una decisión sobre la ratificación de la Constitución Europea. Pese a las insistentes llamadas de Bruselas, Berlín y París para que ningún Gobierno adoptase una decisión unilateral antes de esa cita, el Reino Unido se convirtió ayer en el primer país que suspende temporalmente el proceso de ratificación de la Constitución europea.
'Hasta que no se clarifiquen las consecuencias de la imposibilidad de Francia y Holanda para ratificar el Tratado, no nos parece sensato fijar una fecha'. Así justificó el ministro británico de Exteriores, Jack Straw, la retirada de la Cámara de los Comunes de la ley para convocar el referéndum sobre la Carta Magna.
El presidente de la Comisión Europea, José Manuel Barroso, encajó con resignación la decisión. 'Entendemos que algunos Estados miembros necesiten una pausa y reflexionar', afirmó el portugués. 'Pero todos los Estados miembros son igual de importantes y necesitamos escuchar la opinión de los Veinticinco'.
Algunos se hicieron oír ayer mismo. El primer ministro de Dinamarca, Anders Fogh Rasmussen, que tenía previsto celebrar su referéndum en septiembre de 2006, se mostró dispuesto 'a esperar hasta la cumbre antes de decidir si continuamos con la convocatoria'. Pero recordó que para invitar al pueblo danés a pronunciarse 'se presupone que sabemos exactamente sobre qué estamos votando'.
Esa premisa depende ahora mismo del presidente francés, Jacques Chirac, que no hado la más mínima señal sobre su intención de repetir la consulta en Francia. Sin ese compromiso, que París considera políticamente inaceptable hasta que pasen las elecciones presidenciales de 2007, los referendos pendientes más complicados (República checa, Polonia, Dinamarca) seguirán probablemente la senda británica.
A pesar de todo, el presidente semestral de la UE, el primer ministro luxemburgués Jean-Claude Juncker, se aferró a una lectura positiva de la decisión de Londres. 'El Tratado no está muerto, porque para eso el Gobierno británico hubiera tenido que decir que no va a ratificarlo, y no lo ha dicho'.
Bélgica, cuya ratificación por vía parlamentaria está a punto de concluir, también se apuntó a la teoría de 'que el proceso no ha muerto'.
Las reacciones fueron menos atemperadas en el Parlamento Europeo. El líder del grupo Popular, el alemán Hans- Gert Pöttering, acusó 'de falta de solidaridad al Gobierno de Tony Blair'. 'Todos los Gobiernos firmaron el Tratado (...) por lo que hubiera sido razonable y normal que examinaran y decidieran juntos cómo actuar', criticó Pöttering.
'Blair esperaba cualquier excusa para suspender el referéndum y los franceses se la han dado', afirma un miembro de Britain for Europe, organización que promueve en el Reino Unido la causa comunitaria. 'La promesa de convocar la consulta le permitió sacar el tema europeo de las últimas elecciones, que ganó en parte gracias a eso'.
Ese anuncio de la consulta británica desencadenó una promesa similar por parte de Jacques Chirac, animado por unos sondeos que describían al electorado francés como ampliamente favorable al proyecto constitucional. La victoria del no el 29 de mayo, seguida por un resultado similar tres días después de Holanda, ha liberado a Blair de la obligación cumplir con su incómoda promesa electoral.
El aplazamiento indefinido de la consulta permite al primer ministro, además, ganar enteros frente al asalto al 10 de Downing Street preparado por su ministro de Finanzas, Gordon Brown. 'Brown está más hundido que Chirac', ironiza un activista de la campaña en Gran Bretaña a favor de la Constitución. 'Su estrategia pasaba por quemar a Blair en un referéndum que ahora no se va a celebrar'.
Fuentes comunitarias lamentan que Blair vuelva a retrasar el debate interno sobre el papel de Londres en la UE.
Londres toma las riendas de la Unión
Tony Blair llegó al poder en 1997 con el compromiso de llevar al Reino Unido al corazón de Europa. Ocho años después, la gran mayoría de los británicos sigue sintiendo el mismo desapego hacia todos los proyectos de integración del continente. Pero el primer ministro británico, que el próximo 1 de julio asume la presidencia semestral de la UE, tiene por una vez las riendas políticas, económicas y presupuestarias del club. Su decisión unilateral de aplazar el referéndum de la Constitución resquebraja la estrategia de Berlín y París de continuar el proceso de ratificación como si no hubiera vencido el no en Francia y en Holanda. El choque con el eje franco-alemán se reproducirá en el frente económico. El acuerdo sobre el marco presupuestario plurianual de la UE (2007-2013), que la Comisión Europea quiere cerrar en la cumbre de primeros ministros del 16 y 17 de junio, pasa también por Londres. Todos los socios piden a Blair que acepte una reducción paulatina, hasta su definitiva eliminación, del llamado cheque británico. Esa compensación, arrancada por Thatcher en 1984, alcanza ya unos 5.000 millones de euros anuales. Y su incremento resulta insostenible, según la Comisión, tras la reciente entrada de 10 nuevos socios en la UE. 'Somos 24 contra uno', calcula un diplomático. España, que junto a Francia e Italia es el principal contribuyente al cheque, podría incluso vetar el acuerdo si Londres no acepta renegociarlo a la baja.