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Tribuna
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Una nueva Europa

Mientras se dirime en diversos países la pugna entre el sí y el no a la Constitución europea, muchos ciudadanos perciben ciertos focos de incertidumbre que escapan a su propio control. La vejez es cada vez más incierta. ¿Será capaz el Estado de afrontar las necesidades de sus ciudadanos con una esperanza de vida que crece continuamente?

La sombra de los miles de puestos de trabajo que desaparecen -fundamentalmente hacia las economías asiáticas- es ya una amenaza real para nuestro estilo de vida actual. Y en paralelo a esta bomba de relojería demográfica -la esperanza de vida aumenta y la natalidad disminuye-, vemos cómo las fronteras desaparecen, lo que hace que se incremente la inmigración y nuestros nuevos conciudadanos, además de ocupar puestos de trabajo, traen consigo creencias, valores y conceptos que, para algunos, chocan en exceso con las convenciones sociales.

Hasta aquí los asuntos sencillos. Las implicaciones más profundas apenas se vislumbran. El mercado europeo de bienes y servicios está cambiando y la riqueza se concentra en una generación cada vez más veterana. ¿Será capaz de reaccionar la economía ante estos cambios? Si la población está disminuyendo, el número de trabajadores disponibles también disminuye. ¿Pueden las economías asumirlo y sobrevivir con una fuerza de trabajo envejecida? ¿Puede la inmigración proporcionar los trabajadores que se necesitan? ¿Reaccionará el sistema educativo a las nuevas necesidades en este entorno de cambios?

Se estima que Europa y América perderán cinco millones de empleos en favor de Asia durante la próxima década

Todo esto hace que la competitividad sea un aspecto clave de cara al futuro. La competitividad, que, de hecho, ya representa en Europa, y particularmente en España, un problema en la actualidad. Así que ¿cómo pueden las economías europeas seguir siendo competitivas en un mercado global cuando sus recursos humanos disminuyen? Este es el desafío al que se enfrentan no sólo la Unión Europea y sus Gobiernos nacionales, sino cada empresa en particular.

Las previsiones de futuro incrementan, si cabe, el reto. Se estima que Europa y América perderán cinco millones de empleos en favor de Asia durante la próxima década. Muchos de estos trabajos ya se están desplazando de las economías europeas, 'viejas y de alto coste', a las economías asiáticas, 'nuevas y de bajo coste'. No sólo ocurrirá sólo en empleos de bajo nivel: China e India generan más de 125.000 licenciados en ciencias al año.

Pero no es todo tan oscuro. El crecimiento de las economías asiáticas está ofreciendo nuevas oportunidades para las empresas europeas. La cuestión es si estamos explotando correctamente estas nuevas oportunidades. Es decir, ¿se están beneficiando las economías europeas del crecimiento de esta sociedad multicultural?

La llave del futuro está en las próximas generaciones. Y es ahí donde reside otro factor clave: hoy en día, muchos temen que la educación moderna que reciben nuestros hijos no les prepare para la realidad económica actual. La gente joven tiene que triunfar en una economía global cada vez más competitiva y, del mismo modo que las demandas de los negocios cambian, los jóvenes talentos necesitarán adaptarse y aprender constantemente nuevas habilidades.

La tecnología avanza a velocidad exponencial, eso es un hecho obvio. Pero ¿comprendemos cómo nos beneficiarán las tecnologías presentes y futuras a nosotros y a nuestros negocios? Casos como la alarma social sobre los efectos secundarios de las drogas de nueva generación, las investigaciones genéticas utilizadas para denegar seguros, los virus y spam que impiden a la gente utilizar internet sin reservas..., son sólo algunos ejemplos que no contribuyen a un uso más intensivo de las nuevas tecnologías. Mientras, nos preguntamos si Europa será alguna vez el impulsor mundial que lidere las nuevas economías, o simplemente terminará siendo un consumidor de las tecnologías de otros.

Hace un año que la Unión Europea se amplió con diez nuevos países de pleno derecho. En el Acuerdo de Lisboa firmado en 2000, los líderes europeos se comprometieron a crear 'la economía, basada en el conocimiento, más competitiva y dinámica del mundo para el año 2010'. ¿Qué se ha logrado hasta ahora? ¿Cómo se está progresando? ¿Es alcanzable esta meta? Y lo que es aún más importante, ¿se están beneficiando las empresas de esta ampliación y de la nueva energía de la Unión Europea, o es simplemente palabrería?

Esta ampliación está cambiando la naturaleza de la Unión Europea, y muchos expertos creen que la 'vieja Europa' se está fragmentando y será reemplazada por una 'nueva Europa' con diferentes actitudes políticas y económicas. Es una nueva Europa, con nuevos valores y un mercado único, que tratará de competir no sólo con Estados Unidos, sino también con las economías emergentes de China e India.

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